Sintonizar la COPE y escuchar el programa de Carlos Herrera, flamante ganador de su tercer Premio Ondas, es como una lavativa. Un remedio contra el estreñimiento o una método más o menos drástico para expulsar del cuerpo sustancias de rechazo. Porquería. Es tan efectivo que quizás lo tendrían que vender en farmacias. Un cuarto de hora de catalanofobia en la onda y ni todo el papel de váter del Tsunami Democràtic podría limpiar sus efectos. Herrera, el 'puto amo' de la moralidad españolista, ha utilizado el micrófono de la radio de la Conferencia Episcopal para su purga particular, compartida por sus tolerantes oyentes, seguro. "Pa' fuera lo malo", que diría Ana Guerra y Aitana. Tanto se vació que al final sólo quedaba un paisaje tan desolador como los efectos de la violencia de un grupo de manifestantes en Barcelona, sólo que en su caso en vez de plástico quemado lo que encontramos es bilis y otros fluidos corporales. Un ejemplo: decir que "la 'Generalidad de Cataluña' moviliza a incendiar comercios, motocicletas, contenedores, edificios oficiales, rodear algún Mosso y darle una paliza" o estar detrás "de cada acción del Tsunami Democràtic, tipos violentos".

 

Carlos Herrera COPE

Herrera, como de otros portavoces mediáticos de la guerra unionista contra Catalunya, dispara sus excrecencias sin importarle nada el más elemental de los fundamentos periodísticos: ajustarse a una mínima objetividad. '¿Pa'que'? si le va mucho mejor 'incendiando los incendios' que asegura querer evitar? Si puede avivar las llamas, mucho mejor: habrá conseguido su misión. ¿Y cómo hacerlo? Atacando otros símbolos catalanes e 'indepes': "facinerosos de organizaciones sociales como ANC, Òmnium y compañía" y con más énfasis, al F.C.Barcelona. Un club que ha "apoyado, primero, a delincuentes, a condenados y, que se suma como los Guardiolas, Hernández y otros a la actuación de toda esta gentuza Pues ustedes verán, pero es un club al servicio de delincuentes". Palabra del 'señor'.

Carlos Herrera @carlosherrera2017

El locutor también ha calificado a los 2 millones de catalanes independentistas pacíficos como "un grupo de 30.000 personas sin mucho que hacer". Si le dejan un par de minutos más, acaba insultando a la Moreneta, el pan con tomate y la longaniza. Tiempo al tiempo.