El Dakar 2024 se está celebrando en Arabia Saudí, y las noticias que nos llegan desde allí han sido, hasta el momento, de relevancia. Por una parte, por el terrible accidente del piloto de motocicletas Carles Falcó. El estado de salud del catalán es muy preocupante, esperamos que el desenlace sea el mejor posible. Por otra parte, y en términos puramente deportivos, la carrera ha ofrecido una novedad: Carlos Sainz liderándola y sin tener que abandonar. Podía ser su gran año. El mito del automovilismo español, finalmente, podría repetir la victoria 2018. Pero claro, hacer volar la imaginación con tres o cuatro días de competición es exactamente eso: fantasía.
Y la realidad de Carlos, de 61 años, es que hay una bestia negra terrible que es el catarí Al-Nasser Al-Attiyah, que siempre le acaba comiendo la tostada. No falla. Ya le ha pasado en la clasificación, con el madrileño bajante de la primera a la tercera posición. Queda un montón de kilómetros, de dunas, toneladas de arena y calor extremo. De averías, imprevistos, etcétera. Todo podría ser, pero el objetivo del título todavía se tiene que sudar... y rezar para no repetir el “trata de arrancarlo” o similares. La vida sea igual, pero no es poca cosa: con su edad, su estado de forma, energía, ganas y cuenta corriente, ya querríamos más de uno cambiarnos por él. Bueno, quizás no tantos. Los que tengan algún tipo de aversión a determinadas ideologías, abstenerse.
El clan Sainz, padre e hijo, son estrellas del motor y figuras honoríficas del españolismo deportivo, incluido el grueso de sofaballers, que lo ven todo por la tele y son los más entendidos de cada disciplina deportiva. Esta familia también es anticatalanista y profundamente antiindepe: al ganar la carrera hace 6 años, en plena vorágine del Procés y el referéndum, se dedicó a repartir contra el soberanismo catalán mientras levantaba la copa de campeón. Su hijo, figura de la Fórmula 1 a Ferrari, también tiene gestos que lo delatan. Por ejemplo, no querer firmarle la camiseta a un niño porque era del Barça. Ahora que el madridismo sociológico critica tanto a las jugadoras del Barça femenino, ya podrían pensarse las cosas dos veces. Volviendo, sin embargo, a la figura del patriarca Sainz, hay que resaltar que eso de demostrar españolina en el desierto lo hace venirse arriba. Ha vuelto a pasar. En petit comité, o eso pensaba. El vídeo es viral.
El piloto catalán Nani Roma, Sainz y otros participantes de diferentes nacionalidades hacen un corro para comentar las peripecias de la jornada. El ambiente es distendido, entre colegas. Comienza con algo referente a testículos, y pasa a una broma de Nani al español. Hablan de esteladas en un inglés a veces poco audible ni inteligible. Pero otras cosas sí que se entienden, y tanto: “Dentro del coche, del Audi, se está pensando poner una bandera. Con una estrella en el medio”. Carlos, después de sonreír con incomodidad, toma la palabra. Su acento es macarrónico: “Con la situación catalana que tenemos, con el...” Duda tanto que los interlocutores lo cortan: “¡Pero ahora está calmada la cosa! ¡Está calmada!” Su gesto cambia, y balbucea “our... asshole president”. Es decir, “el nuestro... presidente gilipolles”. Perro Sanxe acaba pillando, lo ha vuelto a hacer. Es el Ferraz - Dakar de Carlos Sainz.
Estoy gritando, Carlos Sainz es dios.
— NanoGrifo (@NanoGrifo) January 10, 2024
Como "asshole president" jskksjjjkskjspic.twitter.com/A6xgRaGozj