La nueva temporada de Fórmula 1 va camino de acabar como la anterior, con victoria final de Max Verstappen, quien de momento encabeza la clasificación provisional después de 12 carreras. Con respecto a los apasionados patrios por este deporte, con Antonio Lobato salivando histérico de la emoción, las esperanzas, más que en Fernando Alonso, que vivió épocas mejores, están depositadas en la nueva esperanza del motor español, Carlos Sainz Jr., hijo del mítico piloto de rallies, también conocido como "¡Trata de arrancarlo, por Dios!" como le llamó su copiloto Luis Moya en un final de carrera histórico. Su hijo es ahora uno de los nombres de moda en la Fórmula 1, vestido de rojo Ferrari y siendo uno de los dos pilotos de la escudería de il cavallino rampante. De momento, hace tres carreras, en Gran Bretaña, consiguió su primera victoria de su carrera, y actualmente, es el cuarto de la clasificación general, por detrás de Verstappen, de su compañero en Ferrari Charles Leclerc y de Sergio Pérez.
Sainz es feliz con su monoplaza y con su mono de trabajo, de rojo reluciente, un color mítico de la escudería que ahora defiende. Pero se ve que el piloto, cuando el rojo, o el grana, para ser más precisos, se combina con el azul, no le gusta tanto. De hecho, huye como si fuera el ajo ante Drácula. De todos es sabido que su padre es más madridista que el Santiago Bernabéu. Y el hijo sigue sus pasos. Entendiendo su pasión por el color blanco del Real Madrid, no es de recibo su comportamiento cuando un seguidor suyo, que además de fan suyo también lo es del Barça, le ha acercado una camiseta azulgrana con el nombre de Leo Messi cuando él conducía su coche y había bajado la ventanilla para firmar autógrafos a los fans. Sainz la ve... y se niega. El seguidor, alucinando de que no sea capaz de dejar de lado su forofismo y haga un gesto inofensivo como firmar una camiseta, que además, no es ni de Fórmula 1, cuando acelera el piloto le grita Força Barça y él responde con un Forza Ferrari:
La reacción de la red no se ha hecho esperar:
Como bien dice este aficionado, es lo que tiene creerse que eres Dios por coger un volante, por muy de Ferrari que sea.