Esta edición de 'Supervivientes' es especial para una familia muy particular y poderosa. Por primera vez en la historia del reality participa un Borbón. El sobrino modelo del rey Felipe, Ignacio, se está dejando los kilos y la salud en Honduras. El joven de 21 años rompe esquemas, aunque no es el primera miembro de la estirpe que se atreve con un concurso de este tipo: la precursora fue Blanca de Borbón, hija de Leandro, el hijo bastardo de Alfonso XIII. La vimos en 'Acorralados' en 2011, exprimiendo el conflicto contra su progenitor (que la desheredó antes de morir). Ha pasado una década y ahora la historia se repite con Ignacio. Ahora bien, el chico sólo se limita a concursar y sobrevivir, y de la familia, ni media palabra. Sólo una confesión lacrimógena de su drama amoroso, y punto.
Ignacio pesca, recoge leña, ayuda a los compañeros, se esfuerza en las pruebas. Tiene una actitud proactiva y siempre mantiene la calma. Ahora bien, si le tocan las palmas... también salta. Quizás no es un huracán, pero las suelta. Hay otro concursante que ha conseguido llevarlo al límite de su paciencia. Hablamos del primer expulsado del concurso, pero que sigue viviendo o malviviendo solo en otra localización: Rubén Sánchez. El culturista catalán, novio de Enrique del Pozo, se está haciendo muy famoso por un carácter extraño, agresivo, imprevisible. Los operadores de cámara lo pueden explicar con más detalle. También destaca por tozudo y pesado, precisamente lo que ha provocado los gritos de mala leche del Borbón.
Ignacio y Alejandro Nieto, otro del participantes más molestos de la edición, han sido premiados con una estancia en lo que llaman como "paraíso": una localización con comodidades, utensilios para pescar, alimentos, etcétera. Ahora bien, todo paraíso tiene su penitencia, y esta es compartir espacio con Rubén, que vive a unos metros de distancia de una forma mucho más austera. En teoría no pueden mantener contacto oral, pero vaya, que las conversaciones han sido incesantes. Y enervantes. Pedigüeño por naturaleza, exigía de todo: café, comida, pescar... y una parte proporcional del aire que respiran. Rubén no sólo lo pide, es que discute constantemente, se hace la víctima y molesta mucho. El título de "parásito", su condición en el concurso como lobo solitario, le va de perlas. Total, que después de unas cuantas discusiones lo mandaron a hacer gárgaras. Por insoportable.
Las escenas de la disputa han sido muy comentadas en plató, destacando especialmente lo que ha dicho Carlos Sobera, presentador del programa. Tenía los zascas en oferta: primero a Rubén, diciendo que "no podíamos haber encontrado un parásito mejor". Después ha sorprendido con una mofa en clave borbónica. Justo al hablar de parásitos, de hecho. Una asociación de ideas en toda regla: "Ignacio se debe sentir como en casa". En casa hemos entendido una cosa muy clara, aunque después lo suavizara diciendo que "es que Rubén habla igual que Juan Carlos", refiriéndose a que en un momento dado había pedido perdón. Según Sobera, el culturista había emulado las disculpas del emérito por la cacería de elefantes en Botsuana con Corinna. Muy cogido por los pelos, ni decía lo mismo ni las voces se parecen. Carlos, no disimules: tras "parásitos" y "Borbones" no hay que decir mucho más.
Lo que está consiguiendo Ignacio, por otra parte, es digno de mención: un Borbón que suda la gota gorda, como Pablo Urdangarin. Deben ser las ovejas negras de la familia.