Tiene la ceja más famosa de la televisión porque, según nos cuenta para EnBlau, el programa ¿Quién quiere ser millonario? era un espacio de primeros planos y “el lenguaje no verbal adquirió mucha importancia”. Por este motivo, su intuición le llevó a sacar provecho de su expresión corporal y lenguaje no verbal y “poco a poco, aquella ceja que parecía sugerir duda o interrogar hasta el extremo al concursante, empezó a calar en el público y me convertí en la ceja más famosa, hasta que llegó Zapatero”.

Cercano, natural, espontáneo y divertido, así es Carlos Sobera. Nacido en Baracaldo (Vizcaya) fundó el grupo de teatro La Espuela, con quien representó su primera obra La Dama del Alba en 1980. Y es que para el actor y presentador, el teatro es “la madre de todas las artes” porque le permite “tener contacto directo con el público”. De no ser así, no se “sentiría artista completo”.

Se dio a conocer a nivel nacional en 1997 actuando en la mítica serie de Telecinco Al salir de clase. Y dos años más tarde se puso al frente del concurso de Telecinco 50x15. Desde entonces, Carlos no ha parado de trabajar y ahora ya es uno más en nuestras casas.

Sobera, que dice que este año “va a ser intenso” pero que lo afronta “con mucha ilusión y ganas”, se encuentra representado hasta marzo la obra de teatro 5 y acción en el teatro Reina Victoria de Madrid, de su propiedad desde 2016. Además, le seguiremos viendo al frente de First Dates, programa en el que está “muy cómodo”, y empezará Volverte a ver, un nuevo programa en Telecinco.

First Dates ha sido un nuevo registro para ti, ¿qué te aporta?

En su momento era un reto total porque era cambiar de registro, aunque me apetecía mucho hacerlo. Mi intención, además, era mostrar que, a parte de hacer show y concursos, podía hacer otro tipo de género porque, a veces, no siempre, te colocan una etiqueta de la que es muy difícil salir y para mí era importante y me apetecía mucho hacerlo. 

Considero que durante todo este tiempo he aprendido mucho. En dos años he hablado con miles de personas y esto me ayuda a naturalizar mucho más las cosas, a ser más comprensivo y a tener menos prejuicios. Creo, también, que me ha puesto en contacto con un sector del público muy joven, entre los 14 y 25 años, que no es tan seguidor de los formatos que hacía anteriormente. Con lo cual, el programa ha rejuvenecido mi propio target y me ha reinstalado frente a la opinión pública. Me ha venido muy bien. Creo que fue un acierto apostar por Cuatro, por Mediaset y por First Dates en concreto.

Carlos, ¿a qué políticos llevarías a First Dates?

Hay posibilidad de llevar a muchos [ríe]. En su momento habría que haber llevado a Pablo Iglesias e Íñigo Errejón porque estaban discutiendo demasiado y a punto de separarse, si es que no se han separado. Creo que ahí era posible una reconciliación.

Y ahora, con todo este conflicto del proceso catalán y demás, estaría bien organizar una cita a ciegas entre Mariano Rajoy y Carles Puigdemont a ver si se reconcilian y de paso, pues dan un poco de tranquilidad y serenidad a todos.

Hablando de Puigdemont y Rajoy, ¿cómo ves la situación política de Cataluña?

Me produce pena porque me gustaría que estuviéramos todos juntos. España es un país que se ha formado, históricamente, a base de unión y consenso, aunque hemos tenido momentos de discordia. Creo que, en general, España ha sido la formación de muchos reinos. Me da pena que haya una comunidad que pueda sentirse discriminada o relegada y que tenga sentimientos de independencia o separación. Creo que es muy viable ser distintos y diferentes, como lo somos casi todos los españoles, pero dentro de un contexto común que es España, un país interesante, bonito, histórico y agradable para vivir. O sea que sí, me produce cierta pena.

¿Crees que algún día llegará la independencia?

No te puedo decir ni sí, ni no. La tendencia actual en todos los países europeos es a la unificación. Pero, dentro de 50 años, igual hay un sentimiento independentista mucho más arraigado y no solamente en Cataluña. Quizá también lo haya en Castilla y León, en Madrid, en Galicia o en Andalucía porque nos vamos distanciando y diferenciando por razones culturales, emocionales u ideológicas incluso. 

La ideología siempre transforma la realidad, o sea que es posible que dentro de 50 años cada uno tenga que vivir en un país independiente y tengamos 8 países en España, o 15, no lo sé. Preferiría que no porque tenemos mucha historia en común. Creo que este es un país que tiene una gran historia y que no somos tan diferentes al final. Casi todos jugamos al mus y a todos nos gusta meter órdago de vez en cuando, o sea, que tenemos más en común de lo que nos pensamos.

¿Qué te parece que se quiera investir a Carles Puigdemont como presidente de Cataluña desde Bruselas?

Me parece una tomadura de pelo integral. Lo primero que hay que ser en la vida es consecuente. Es decir, si te vas de Cataluña a Bruselas porque no quieres responsabilizarte de tus actos, o te dan miedo las responsabilidades derivadas de tus actos, pues perfecto. Asúmelo y no quieras volver y además, como presidente de Cataluña, es que es absurdo. En el fondo, Puigdemont ha dejado abandonada a su propia gente, no tiene mucho sentido.

Y luego, todas estas disquisiciones para evitar lo inevitable me parece absurdo. Creo que es mucho mejor ser coherente, consecuente y asumir las responsabilidades. Si uno cree en algo, debe luchar por ello hasta el final, conlleve lo que conlleve y creo que Puigdemont peca un poco de incoherencia.

Como presentador has pasado por todas las cadenas, ¿qué piensas acerca de la actual situación de TV3?

Creo que las televisiones que son públicas, casi siempre están muy marcadas por las directrices ideológicas de los gobiernos que dominan las comunidades o el territorio común español. Por ejemplo cuando gobernaba el PSOE, o ahora con el PP, en TVE se hacen cosas en función de las ideologías del partido en cuestión. Creo que el mensaje es muy claro y todos lo compartimos. Cada canal de televisión, público o privado, tendría que tener plena independencia para seguir su línea editorial y, a ser posible, tener la mayor objetividad, sobre todo, en cuestiones informativas. Cada uno tiene que hacer examen de conciencia respecto de si lo hace o no lo hace, y si está alcanzando sus objetivos o no. Nosotros, como espectadores, solo podemos juzgar en cada momento que es lo qué hacen.

Carlos, si te lo propusieran ¿trabajarías en TV3?

Sí, ¿por qué no? ¿Cuál es el problema?

Carlos, ¿cómo afrontas Volverte a ver?

Aunque vengo del género de los concursos, llevo ya dos años en el dating y me encuentro muy cómodo hablando con la gente, incluso de temas emocionales. Afronto este programa con ilusión. A mí, al final, lo que más me gusta de la tele siempre han sido las personas corrientes, las personas de la calle, hablar con ellas. Eso es lo que me gusta de los concursos, es lo que me gusta en First Dates y creo que es lo que me va a gustar en Volverte a ver sin duda alguna.

Despediste 2017 presentando el programa Little Big Show, ¿qué balance haces?

Ha sido el programa más difícil que he hecho, sin duda alguna, y con el que más me he divertido. Los niños son espectaculares porque tienen muchas cosas que decirte, pero es muy difícil que te las cuenten. Tienes que ganártelos y esto, como comunicador, implica un esfuerzo que no tienes que realizar con la gente adulta. Además, tienes que conseguir su confianza para que se sientan relajados y se muestren tal y como son. Y, una vez consigues eso, se muestran de una manera sorprendente. En más de una ocasión me han divertido, me han resultado ocurrentes, ingeniosos y con un punto de vista de las cosas absolutamente natural, espontáneo y auténtico. Ha sido una experiencia muy refrescante.

¿Volverías a trabajar con niños en el futuro?

Sí, de hecho está planteado. Lo que pasa es que se decidió hacer solamente tres programas porque hay que tener en cuenta que es muy difícil encontrar a niños que tengan la capacidad de sorprender, comunicar y de ir a un plató. No es fácil y además se les exige que tengan una capacidad de show porque tienen que hacer algo maravilloso, o casi maravilloso. Fíjate que tardamos seis meses para encontrar a 40 niños, no te digo más.

Creo que probablemente se hagan otros tres programas para el próximo año, pero como especiales navideños. Los niños son un material muy sensible y hay que trabajarlo con mucho cuidado y con mucho respeto.

En diciembre firmaste un contrato de larga duración con Mediaset. Imagino que ha sido una buena manera de finalizar el 2017…

Nunca he necesitado los contratos de cadena porque siempre que he estado en una haciendo un producto me he sentido tranquilo, relajado y confiado. En el caso de Mediaset, llevaba dos años trabajando en Cuatro, incluso en Telecinco mismo con The Wall y Las Campanadas y no necesitaba ningún contrato de cadena porque me sentía querido, mimado y respetado. O sea que estaba perfecto. Pero bueno, la cadena en un momento determinado me hizo esta oferta y me sentí halagado y la acepté gustosamente. La base de esta oferta, no deja de ser que First Dates, que es el programa que básicamente hago, afortunadamente sigue funcionando y le queda, en teoría, una larga vida. Estoy muy contento y muy satisfecho.

¿Para cuándo una foto tuya en el pasillo de las estrellas de Telecinco?

Ya la hubo. Ahora estoy en el pasillo de Cuatro con First Dates. En Telecinco hubo mi foto cuando hice 50x15, pero me fui en 2002 y no he vuelto hasta 2016, con First Dates. Con 14 años han tenido tiempo para retirar mi foto [ríe]. Supongo que volverá en algún momento. De todas maneras, no es tan importante estar colgado en los pasillos de Telecinco, como estar colgado en el corazón de los espectadores. Eso es lo que cuenta. Si hago televisión es porque la gente, desde casa, me ve y me aprecia, si no, no verían mis programas. Ese es el mayor premio que hay. Es lo que te da seguridad, expectativa de futuro y satisfacción por el trabajo bien hecho.  Es verdad que a veces te equivocas, pero la gente te lo perdona, ¿sabes? Y esa es la mejor recompensa.

Para terminar, ¿cuál es tu clave del éxito, Carlos?

No lo sé. Toda la gente me dice que lo que aprecian de mí es que les parezco natural y espontáneo. Al final, me ponga dónde me ponga, saben que soy espontáneo y natural y que por tanto, con casi toda seguridad, no miento y soy transparente y honesto y esto les gusta.

Probablemente, si te tuviera que decir si tengo alguna clave de éxito, te diría ser campechano, ser, en el fondo, como soy. Y eso implica que haya gente a la que le agrades y gente a la que no. Pero creo que, en general, la gente aprecia mucho que cada uno sea tal y como es en la vida real y que no haya personaje. Pero, si me preguntaras si estoy seguro, levantaría la ceja y diría: “No, no estoy seguro”. [Ríe].