Para Hamlet, algo huele a podrido en Dinamarca. Para Carmen Lomana, donde hiede y huele a rancio es en el Congreso de los Diputados. Pero no en todas las bancadas. La celebrity de la jet set madrileña, hace unos años se vanagloriaba de su amistad con el entonces podemita Juan Carlos Monedero. Después cayó rendida a los cantos de sirena de Abascal y Vox, con quien incluso se presentó en el Senado hace cuatro años. Después dejó caer la posibilidad de presentarse a la alcaldía de Madrid, pero eso sí, dejando claro que "con una formación de centro-derecha donde tendrían cabida también personas del PSOE". En definitiva, una mujer muy coherente con sus gustos políticos. Cambia de opinión como de desodorante.
La televisiva empresaria va por la vida como si estuviera en un anuncio de Ferrero Rocher comiendo bombones con Isabel Preysler y un grupo de embajadores y diplomáticos. Le gusta hablar de looks y de buenas maneras. Lomana ha estado en el programa de Telemadrid Vuelta al cole, el mismo día que el alcalde de Madrid aprovechó para adoctrinar ("Nosotros vamos a poner todos los medios para que decidáis que queréis ser, la izquierda sin embargo va a querer decidir por vosotros") y para dejar a los niños con los ojos como naranjas. Los niños y todo el mundo con dos dedos de frente, al asegurar que prefiere dar dinero para Notre Damma ("Porque está en Europa, y nosotros somos europeos") que replantar el Amazonas.
Imposible competir con Martínez Almeida. Por eso ha pasado más desapercibido lo que dijo Carmen Lomana ante los niños. A la empresaria le fueron poniendo imágenes de diferentes líderes políticos, y cuando tuvo delante la cara de Pablo Iglesias le salió del alma:"Uy, este. Ya le he dicho por Twitter de todo...Yo recuerdo la primera vez que salió en un debate político yo le dije, 'por favor, no sé si sabes que hay desodorantes secos. O si no, ponte una camisa blanca'. Lo que no puedes es salir a hablar en público con las manos en jarras y unos cercos así en una camisa azul".
El líder de Unidas Podemos, según Lomana, no da sensación de limpio. No así Pablo Casado. Con el líder del PP fue mucho más benevolente: "Es el típico niño pijo mono que va siempre lavadito y muy bien. A mí, Pablo me cae muy bien".