El humor es un arte. No lo discutiremos. También es un ejercicio peligroso: la línea entre hacer reír y ofender es finita, a veces invisible. Pero también puede ser grotesca y patética. Hay de todos los colores, pero no todos merecen el mismo respeto. Hay quien se arriesga y va contracorriente con sátiras bien fundamentadas, de la misma manera que otros optan por el clásico "caca, culo, pedo, pis". Lo más básico de lo más básico, vaya. Ea, que hay público de todos los gustos, que no exige demasiado porqueo bien todo le hace gracia o su tipo de humor roza el encefalograma más plano que la ciencia haya visto jamás. El ejemplo escatológico no es literal, se puede reinterpretar de muchas maneras. Y si no que le preguntan a Juan Dávila, actor madrileño que tiene una receta de éxito infalible: se habla de él sí o sí después de sus shows. Otra cosa, claro, es cómo.
A Barcelona, por ejemplo, a Dávila empiezan a silbarle los oídos. El Teatro Borràs acoge su espectáculo "La Capital del Pecado 2.0", que por lo visto en redes (sí, Juan, no hemos visto tu obra) se resume en interacciones con el público asistente. Lo que en Madrid, en su casa, conocen como vaciladas. Muy bien. Tomarle el pelo al patio de butacas es una fórmula antigua como el hilo negro, pero efectiva. Ahora bien, mira que hay elementos, herramientas, excusas, argumentos y oportunidades para hacer humor. Pero que utilices el comodín de mofarte de la lengua de otras personas, hacerlo en su casa y vanagloriarte de tu originalidad no dice nada bueno.
Los "chistes" catalanófobos del actor madrileño Juan Dávila en Barcelona
El vídeo que Dávila cuelga satisfecho recoge un fragmento de una de estas conversaciones con una de las personas que pagó la entrada para verlo en directo. Quizás en la localidad había un apartado de letra pequeña que advertía de la posibilidad de ser ridiculizado durante la función por motivos lingüísticos, vete a saber. Seguro que no, que fue sorpresa, fruto de una espontánea mente brillante y ágil, de las que las cogen al vuelo y te hacen mearte de risa... y que se te meen encima. Le pasó a una espectadora que se llama Dolors, un nombre que hizo colapsar a Juan: "Dulors (sic)". El papelón es bastante penoso, rezumando catalanofobia pasivo-agresiva, muy divertida y tal. "Dulors que es Dolores. Es que me empezáis a hablar en catalán y no me toquéis los cuions (sic), que es cojones. Poco a poco voy entendiendo. Y como frijols (sic) es frijoles". Un festival.
La red hunde a Dávila, ni puñetera gracia
Pues bien, la secuencia está siendo un verdadero éxito de visualizaciones y de bofetadas a Juan Dávila. Repasemos que se está diciendo de él y de sus gracietas, empezando por un Antonio Baños que la devuelve sin botar. "Make Bocatacalamares paletos again". Otros también son contundentes: "Te has olvidado del hashtag #imbècil...", "mediocridad al poder", "das cringe", "jefe se supone que eres humorista profesional", "me reí más con la muerte de la madre de Bambi"... Y lo que le queda. La bola va creciendo.
Si esto le sirve para vender entradas y no pasa hambre, adelante. Bertín y Arévalo necesitan un tercer espada, piénsatelo.