Juan Carlos I se ha ganado de lo lindo el escarnio de opinadores, articulistas y programas de televisión gracias a sus vergonzantes peripecias, rematadas con su huida internacional. Lo explica muy bien Jorge Javier Vázquez: "es la nueva Pantoja". Del Borbón se escriben ríos de tinta, claro está, y no precisamente para alabarlo y glorificarlo, deporte nacional español durante décadas. Una costumbre dirigida desde las altas instancias, que actuaban de forma drástica si alguien salía del guion. Osar criticar al monarca era sinónimo de problemas. De los grandes. Es lo que le pasó, por ejemplo, al Gran Wyoming en TVE: su programa fue fulminado por una entrevista (¡nunca emitida!) a Quim Monzó, y en la que se atrevían a hacer comentarios sobre el Rey.
Era el año 1994, y el humorista madrileño conducía 'El peor programa de la semana'. Un show en directo bajo la dirección de los hermanos Trueba y con figuras como Max Pradera. Un espacio satírico que nacía en un momento delicado para el humor real, y que fue fulminado por haber invitado a Monzó. El catalán estaba en el punto de mira de los censores por su intervención en 'Persones Humanes' de TV3, donde hizo befa de Juan Carlos. La Casa Real se quejó, el MHP Jordi Pujol se disculpó y el programa catalán sufrió represalias, que se extendieron a TVE: control de guion, llamadas al orden y finalmente, la eliminación de la intervención del genial escritor catalán. Wyoming y los Trueba se opusieron, y TVE les acabó cortando la cabeza. "El influjo de la Casa Real entonces era la hostia. Cuando el Rey te daba el toque, la gente se cagaba encima", explica El confidencial.
La historia mediática de Juan Carlos es absolutamente escatológica: de hacer "cagarse" a los que los criticaban en los 90, a hacer que todo el mundo se mee de risa con su triste final.