El progenie de Isabel Preysler y sus respectivos y respectivas están en Palm Beach, Miami, celebrando las fiestas. Una tradición familiar que consiste en ocupar la mansión de la primogénita, Chábeli Iglesias, y llenar de regalos carísimos el árbol de Navidad que preside la casa hasta límites que superan el mal gusto y el exhibicionismo. Pero claro, es que son muchos y con el morro muy finito. Isabel, quizás Julio, Chábeli y su marido Christian Alaba más dos hijos; Enrique Iglesias y Anna Kournikova más tres; Julio José y su nueva novia recientemente estrenada; Ana Boyer y Fernando Verdasco con 2 criaturas y una de camino; y por último, Tamara Falcó con su flamante marido Íñigo Onieva (cabreado, por cierto, por tener que pasar las fiestas lejos de los suyos) y ninguna noticia de embarazo. En definitiva, que Papá Noel es su esclavo. Y con el calor de Miami. Fatal.
Este año hemos asistido al estreno de un pseudodocureality sobre la Preysler y cómo prepara "la época más bonita del año, la Navidad," en una conocida plataforma. Un formato infumable por muchos motivos: por presentarnos a un personaje digno del museo de cera, anodina, artificial, narcótica y cursi hasta estallarte la cabeza. Pero es que además es tramposo, porque mucho enseñarnos cómo prepara las fiestas... y al final se van todos como locos a la casa de Chábeli. Muy falso. En todo caso, entre el docu de Isabel y la casa de su hija hay una constante: la sobredosis mortal de decoración navideña. Hace daño a la vista, por exagerado. No sabes si has entrado en tu casa, si eres un extra de un telefilm de esos de sobremesa o incluso si Macaulay Culkin está haciendo 'Solo en casa 17' en tu hogar. Vaya empacho.
Continuando con este ambiente, clima y marco mental, los miembros de la saga nos felicitan las fiestas con su elegancia y sabiduría infinita de reyes de la jet-set. Chábeli, heredera natural de Isabel Preysler, aunque haya cedido el trono a la supernova Tamara Falcó, no ha faltado al típico christmas a través de las redes sociales. Nos dice "os deseos que paséis unos días llenos de paz, felicidad y amor junto a vuestros seres queridos. Aprovecho para agradeceros todas las muestras de cariño recibidas a lo largo de este año. Una abrazo fuerte". Y lo hace con una estampa sentada en el suelo, con el árbol a punto de colapsar de colgantes de fondo y un vestuario de ayudante de Santa Claus que consiste en una blusa roja, un cinturón con hebilla gigante y dorada, y un top y falda negra plisada. Expertos en la materia, que la encuentran ideal de la muerte, nos hablan de unos 500 euros. Seguro que en su caso son mucho más. Que eso es de pobres.
Atención, eso sí, a la chapuza imperdonable que se ve en la parte inferior de la fotografía, y que se ha cargado la puesta en escena. Un detalle tan sencillo, a la vez que impropio para gente de su supuesta categoría, como presentarte a la sesión de fotos con la falda arrugada como una mala cosa. La arruga, en este caso, no es bella. Es dejada. Ains, osssea, no puede ser. Un crimen. O se es pijo o no, aquí no hay medias tintas. No podemos dejar de mirara este punto de la imagen. Un cero, suspendida. ¡Que despida al estilista! Ha quedado fatal.