Trece años hace que Telecinco estrenó una de las ediciones más innovadoras de la historia de Gran Hermano. La docena, que fecha del 2010, llevaba por lema "bienvenidos a lo inesperado" y, a pesar de cambiar radicalmente la apariencia de la casa de Guadalix para darle una estética mucho más futurista, repetía la dinámica de dividir a los concursantes en dos casas incomunicadas.
En ningún caso era una división arbitraria, ya que el objetivo surgía de partir durante los primeros cinco días de concurso a una pareja de gaditanos en crisis. Chari Lojo y Rubén Estévez se aventuraban a la vida en directo y su relación acabaría como el rosario de la aurora. Una guerra que traspasó las pantallas y creó un enfrentamiento abierto entre sus familiares en los platós. Ninguno de los dos ganó y, desde entonces, emprendieron caminos separados.
O no tan separados. Tan solo unos meses después, la pareja se incorporaba a El reencuentro, una idea magistral de Mediaset para hacer coincidir dúos de la cadena con asuntos sin resolver dentro de un 'reality'. Ellos, que eran uno de los temas del momento, tenían que estar sin ningún tipo de duda. Sin embargo, solo nueve días después de entrar acabarían saliendo por la puerta de atrás. Expulsión disciplinaria para agredirse delante de las cámaras sin contemplaciones ni miramientos de ninguna clase. El fin definitivo de una historia que nunca emitió ninguna buena vibración.
En cualquier caso, un perfil como el de Chari Lojo no podía desaparecer de la televisión tan rápidamente. No solo llamaba la atención por su innegable atractivo físico —que le valió más de una portada en Interviú—, sino también por una personalidad que, con sus luces y sombras, acostumbraba a dejar a todo el mundo boquiabierto. Tanto como para que Zeppelin decidiera recuperarla en pantalla unos años después. Esta vez, en calidad de concursante de la tercera edición de Gran Hermano VIP, en la que convenció mucho más en la audiencia que en sus participaciones anteriores. Casi se cuela en la final, pero no pudo contra Belén Esteban, que llevaba el sambenito de ganadora desde antes de que empezara el programa.
De esta última aparición en escena ya hace ocho años y la vida de Rosario, como ahora se hace llamar a través de las redes sociales evitando sobrenombres, es muy diferente. Alejada de las cámaras y los focos, Lojo está enamoradísima de Agustín Redondo, su nuevo chico, y sigue exhibiendo de su escultural cuerpo, el cual cuida con esmero, en sus perfiles. Cerca de cumplir los 40, se mantiene fabulosa y presume de un estilo de vida envidiable, entre viajes y planes de ensueño. Si ya no se dedica a la televisión, surge la duda sobre cómo se costea estos lujos. La respuesta es evidente: tiene nuevo trabajo. Cabe decir que un trabajo bastante sorprendente, ya que desde ya hace unos años que, aparte de servicios de asesoramiento y entrenamiento personal, trabaja como funcionaria de prisiones. De hecho, tal es su pasión por este mundo que este año explicaba estar preparándose una segunda oposición por optar a la posición de directora.
Chari en la cárcel, pero por motivos que congratulan. Mientras muchos otros grandes hermanos han acabado arruinados para dilapidar las fortunas que ganaron, ella ha sabido cómo y qué hacer con un acierto incuestionable. A la vista está.