En el Olimpo de los y las influencers mundiales, hay una figura imprescindible para entender el negocio: la italiana Chiara Ferragni. No necesita 400 millones de followers como Kylie Jenner, con sus nada despreciables 30 le sobran para sentarse en la misma mesa. Su imagen e impacto eran innegables, y una influencia a menudo positiva sobre sus seguidores, contrariamente a lo que hacen muchas estrellitas virtuales de chichinabo de las que no hablaremos aquí. Sin embargo, Ferragni pasa por momentos convulsos. Su paraíso profesional y personal se hunde. Los golpes llegan por todas partes.
El gran escándalo que sacude la reputación y el negocio de Ferragni es el caso Balocco: el pasado mes de diciembre la multaron con 1 millón de euros por prácticas comerciales desleales con la venta de un pastel de Navidad de esta marca comercial, alternativo al clásico panetone. Había, en teoría, una finalidad benéfica: las ganancias irían destinadas a un hospital de Turín, especializado en la investigación de cáncer óseo. Chiara también hacía, teóricamente, donaciones a la causa, disparando las ventas de un producto más caro que la competencia. El lío saltaba al comprobar que la compañía solo hizo un único pago al centro médico, mucho tiempo antes del lanzamiento del Ferragni Pandoro. Una engañifa. A la influencer le reventaba en la cara. Se ha defendido, incluso ofreciendo poner otro millón de euros de su bolsillo para el hospital. Pero no es tan sencillo. La confianza ha quedado rota. Los contratos caen, los seguidores también.
Tampoco le van mejor las cosas en el ámbito personal, o eso es lo que la revista 'Vanity Fair' de edición italiana asegura este jueves en exclusiva. La confirmación oficiosa, porque oficial no hay, de la separación del rapero Fedez, compañero sentimental desde hace años y padre de sus hijos. Una pareja tan mítica como el mismo producto Ferragni. También polémico: el hombre, en San Remo, la lío mientras su mujer presentaba la famosa gala de la canción. La enfermedad de Fedez, con cáncer de páncreas, provocó un cambio en su comportamiento, poniéndola en un compromiso público. En San Remo empezó el final: “La historia de amor entre los dos se había deteriorado, pero la influencer había pospuesto la decisión. Sin embargo, Fedez fue menos generoso y la acusó de que sus problemas legales tenían efectos negativos en su negocio. Fedez subió el tono. Luego el rapero huyó a Miami con su asistente y finalmente abandonó la casa”.
La separación es definitiva, sostiene el escrito. “Abandonó la casa familiar, un espectacular ático en Milán, y hasta el momento no se le ha vuelto a verd por allí”. Tampoco verán fácilmente a Fedez en la cuenta de Chiara en Instagram: ya no sale en la foto de perfil ni tampoco la palabra “esposa” de hace poco tiempo. Ahora es “madre” y “emprendedora”. Y separada. El último story es revelador: “El poder no está allí fuera, está dentro de ti. Para quien alguna vez haya necesitado escucharlo”. Se acabó.