No falla. Es como el Día de la Marmota. Cambien el personaje de Bill Murray por los espectadores culés y el roedor meteorólogo Phil de Punxsutawney y ya lo tendrían. No hay partido donde jueguen Barça y Madrid que retransmita Movistar+ que los espectadores no tengamos que asistir a un festival de comentarios indisimulados, de partidismo descarado, de gestos indignantes en una televisión que se supone que tiene que ser parcial y que tendría que transmitir el partido sin tomar precisamente partido. Pero es superior a ellos. Partido tras partido asistimos a un espectáculo indisimulado de partidismo y de delirio por unos colores y rabia por otros. No lo pueden (o no lo quieren) evitar. Pero que alguien les diga que se tapen un poco, siempre que hay un clásico, especialmente de baloncesto, generan indignación con sus comentarios. En la última final de la Liga ACB, en el segundo partido, estupor al oír al comentarista diciéndole "a por ellos" al entrenador madridista. Ya ni intentan disimular ni nada. Lamentable:
Han pasado las semanas y hemos vuelto a tener un Clásico en baloncesto. Final de la Supercopa de España. Nuevamente se ven las caras culés y merengues en un partido a cara o cruz en el deporte de la canasta. Y nuevamente los espectadores hemos asistido desconcertados a una clase avanzada de partidismo en las retransmisiones. En Movistar+ cada vez que se enfrentan los dos máximos rivales, empiezan a salivar, especialmente los comentaristas.
Después de ver la final y sufrir los comentarios, muchos espectadores, no por habituados, han vuelto a poner el grito en el cielo. El caso especialmente clamoroso lo encontramos en el silencio ante una diferencia flagrante de faltas silbadas en contra de uno y otro equipo por parte de los árbitros. Por desgracia, no ha sido lo único de lo que muchos se quejan.
Por desgracia, los culés acabamos sufriendo los comentarios partidistas y la derrota de los de Jasikevicius. Un nuevo título para las vitrinas de Movistar+. Perdón, para las vitrinas del Real Madrid.