El universo 'Sálvame' se desvanece cada día, y así el recuerdo de su constelación de estrellas, supernovas o astros menores. Hace unos días nos sorprendíamos, por ejemplo, con la actualidad en torno a Rafa Mora, tertuliano musculoso, bocazas y polémico. Ha hecho mucha pasta de plató y plató y de bolo en bolo, pero la puerta de la televisión se le ha cerrado. Nadie lo quiere en sus programas, como sí ha pasado con otros compañeros. Por eso, y porque también ha desistido de acabar la carrera de periodismo, se está buscando la vida a sus 40 años en otros terrenos: uno muy apropiado para su estilo. Policía local. Sorprende, sin embargo, que no sea en su Sagunto natal, que el "tete" nunca se sacaba de la boca. Prefiere Alcobendas, donde vive con su pareja y está cambiando su aspecto físico: de ciclat y depilado a hombre mucho más mainstream.
Otro personaje al que ya no encontramos por la "pantalla amiga" es la protagonista de este artículo. No es, ni mucho menos, del estilo de Mora. Tiene muchos más años, mucha más prudencia a la hora de expresarse y un perfil mucho más anodino. Ahora, que se ha hinchado a contar billetes durante años, también. Un golpe de suerte la hizo encajar en la productora 'La Fábrica de la Tele' y en sus productos masivos, el 'Sálvame' y sobre todo el 'Deluxe'. Hablamos de Conchita, la poligrafista. La del detector de mentiras. Vaya negocio y cuántas horas de televisión se han hecho gracias a los cables y gráficas de la aragonesa. "Dice la verdad", su frase preferida. Imposible olvidarla.
Conchita Pérez tiene, atención, 72 años. Nadie lo diría. Al margen que siempre la hemos visto estupenda, bronceada y tan contenta (dentro de su contención habitual, claro), el detalle de la edad quiere decir que ha estado facturando hasta hace muy poco. Cuando la mayoría está jubilado, en el mejor de los casos, ella continúa con el chiringuito abierto. Lo que cobraba en la tele era una fuente de ingresos mágica que repente se ha detenido. Y consecuentemente, su negocio privado, a casi 500€ la sesión. Actualmente, y como leemos en una entrevista en 'La Razón', el precio va bajando, estamos en los 375. Tampoco parece necesitarlo, sin embargo, habrá hecho un buen colchón. Ahora la vida tiene otro ritmo y sabor a nostalgia. La tele es historia para ella.
La cancelación, confiesa, fue traumática: "Eso terminó y continué con mi vida, con mis casos particulares, pero lo pasé mal. Pasan los días y ya no te vienen a buscar, te dejas de juntar con las mismas personas todas las semanas". Quizás con algunas de ellas, sin embargo, prefiere dejar que corra el aire. Por ejemplo, Antonio Tejado. Trató al sobrino encarcelado de María del Monte, y las sensaciones no son buenas. Lo ha hundido: "Lo triste es que a nadie le ha sorprendido ni le ha extrañado, ni a su tía. Siempre se ha sabido cómo era". Conchita habla poco, pero cuando lo hace, sube el pan. Se ha tragado la máquina de la verdad de tanto utilizarla.