El Barça ha empezado la temporada como un tiro. Ser culé es mucho más fácil si en el banquillo está Hansi Flick. Todos los jugadores han mejorado su rendimiento bajo las órdenes del exigente entrenador alemán y, ahora, en lugar de futbolistas parecen atletas. Los niños de la escuela del Barça, que ya juegan en el primer equipo, han aumentado su masa muscular y cada vez que bajan del autobús parece que el camino se convierta en un concurso de culturistas. La mejora en sus condiciones físicas ha provocado que los jugadores aguanten tiempo sin lesionarse a pesar de la gran carga de partidos. Pedri, por ejemplo, ha dejado de ser de cristal y parece que sus músculos están preparados para correr una maratón. Sin embargo, lo único que no puede estar bajo el control de Flick son los lances del partido que pueden provocar situaciones graves. El último que dejó tocado al barcelonismo es la aparatosa lesión de Ter Stegen.

Ante la situación de tener que confiar en Iñaki Peña y otro chico de la cantera todo lo que queda de temporada, la directiva del Barça decidió ir a por otro portero. La acción es una muestra de la poca preparación de la plantilla, porque, con la edad y el historial del portero alemán, era una cosa que podía pasar. Desesperados, en un mercado cerrado, el Barça tuvo que devolver del retiro a un portero para que firmara, al menos, para una temporada. La jugada no la vio venir ni el más pesimista con la figura de Laporta y sorprendió a todo el mundo del fútbol. Como en todos los fichajes del conjunto culé cuando llegan a Barcelona, Wojciech Szczęsny ilusionó a pesar de estar retirado. Viendo eso se entiende la depresión de algún socio cuando el Barça pierde un partido fatídico. El polaco se incorporó hace unos días a los entrenamientos del Barça y no sabemos si lo hará bien en el campo, pero fuera de él dará que hablar.

Szczesny, al lado de Joan Laporta, en su presentación con el Barça / Foto: EFE
Szczesny, al lado de Joan Laporta, en su presentación con el Barça / Foto: EFE

Con una trayectoria envidiable, el jugador se retiró la temporada pasada bajo el escudo de la Juventus. Cuando un jugador de fútbol cuelga las botas, aprovecha para hacer con el cuerpo todo lo que no pudo hacer en su camino como futbolista. Bien, de hecho, no hace falta ni que comentemos los hábitos que cogen a la mayoría de los jugadores. Obviamente, el portero polaco también los cogió y no dudó en confirmarlo en la última entrevista. Al ser preguntado por su comida favorita, Szczesny fue más que claro: "Era la pizza hasta antes de la semana pasada". Con la bebida igual: "Era la cerveza hasta antes de la semana pasada". Cuando fue preguntado sobre los rumores de fumar también se mostró contundente: "Es una cosa que no cambiaré en mi vida y no es un asunto de nadie. Creo que no afecta con el rendimiento que tendré en el terreno de juego".

No sabemos si hará un buen papel dentro del terreno de juego, pero sí que sabemos que con menos de dos semanas ha demostrado tener una personalidad que asusta incluso al más optimista. Realmente, a los culés les da igual si fumador, auténtico o cara dura, lo único que quieren es que lo haga tanto o más bien que Ter Stegen. De momento, está demostrando tener un carácter digno para un jugador del Barça. Veremos si no le pesan las cervezas y las pizzas a la hora de revolcarse por el césped de cualquier estadio. Suplir al portero alemán y ser el portero del Barça es complicado, pero volver a ponerse las botas después de colgarlas todavía lo es más. Tan solo un enamorado del fútbol y con el corazón azulgrana lo haría. Szczesny lo ha hecho y, aunque fumador y cervecero, se está ganando poco a poco la estima de todos los culés.