El patrioterismo no se vende en farmacias, pero quizás la industria farmacéutica se lo tendría que pensar: ganarían millones produciéndolo en masa y distribuyéndolo en píldoras. Sería como la homeopatía: no tendrá ningún efecto sobre la salud (ni el coronavirus), pero vaya, viendo la campaña del españolismo durante la pandemia, estaría más que justificado. No hay día en el que no nos hagan tragarnos banderas, himnos, arengas y propaganda de este tipo, como si se tratara de un remedio infalible o una vacuna. Pues bien, ni funciona, ni funcionará nunca. El show, eso sí, no cesa, a pesar de las aterradoras cifras de infectados, casos graves y muertos que acumulamos día tras día.
Este 22 de abril hemos vuelto a ver la enésima muestra de esta sandez sonrojante. En esta ocasión, además, macabra. La Presidenta de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, el alcalde José Luis Martínez Almeida, la ministra de Defensa Margarita Robles y un montón de militares, policías y uniformados de todo tipo, clausuraban una de las morgues improvisadas durante esta tragedia: la del Palacio de Hielo de la capital de España. En vez de dedicar los esfuerzos a despedir a los difuntos y dar protagonismo a unos familiares que no han podido decir adiós a sus seres amados, han preferido montar un sarao de estética militarista y, como no, poner el himno de España a todo trapo, todos cuadrados, a la mayor gloria de... Super necesario, claro. Ha sido ver las imágenes y la sensación de tristeza y sin sentido ha invadido a muchos espectadores. Y uno de ellos ha sido Xabier Lapitz, presentador de En Jake en ETB, la tele pública vasca. Lapitz, como siempre, afilado y acertado: "podría ser la alineación de hockey, ¿no? Es un palacio de hielo que ha sido, por desgracia, un almacén de muertos. ¿Hace falta esto para la clausura de una instalación excepcional? ¿El himno, los militares, la ministra de Defensa, la que llevaba la cuenta del perro de Esperanza Aguirre?"
La respuesta, Xabier, la sabemos. No. Pero a ellos les da igual. La cosa es sacudir el patrioterismo cada día, a todas horas. Estamos apañados.