Desde que el movimiento independentista adoptó el color amarillo para reivindicar la libertad de los presos políticos catalanes, entre las filas españolistas hay quien ha enloquecido. Al arranque de lazos amarillos de las calles y plazas de Catalunya, incentivada por Rivera y Arrimadas, hay que sumar la prohibición de hace más de un año de iluminar de amarillo las fuentes y las fachadas de los edificios de Barcelona. Si pudieran prohibirían el Sol.
El españolismo detesta el amarillo hasta el punto que boicotean a cualquier persona que se atreva a vestirse con este color. A las cantantes Aitana Ocaña y Ana Guerra les dijeron de todo cuando se plantaron en TV3 más amarillas que Bob Esponja.
La última en sufrir esta situación ha sido Cristina Pedroche, que después de presentar el último Zapeando con un vestido amarillo, ha publicado una fotografía en Instagram con el mismo modelito. Pedroche, sonriente. No es consciente de que acaba de abrir la caja de Pandora del españolismo más encendido.
"Arriba España", "A los golpistas en Cataluña las gusta ese color"... A los ultras, el amarillo les produce la misma reacción que el agua a los Gremlins.
Desde la bancada indepe, mensajes de agradecimiento, iconos de lazos amarillos e incluso las cuatro barras de la senyera, hechas con corazones.
Cristina Pedroche, ¿nueva musa del independentismo?