Cristina Pedroche se convirtió en una de las protagonistas del pasado verano justo cuando pasaba por uno de los momentos más dulces de su vida. El 14 de julio, la presentadora de Password daba a luz a Laia Pedroche, su hija de nombre catalán y apellido de la madre por delante de Muñoz, el del célebre chef —y marido— Dabiz. El caso es que con ella ya se sabe que difícilmente no habrá crítica cuando alguna de las decisiones personales o de exposición pública que toma no acaba de cuadrar en el imaginario de sus detractores. Para muestra, el alud de juicios que la audiencia emite cada vez que vemos el vestido que ha escogido para dar las Campanadas. Eso sí, nadie nunca se lo quiere perder. Es curioso.

Era ella misma también quien apostaba por exponer como había quedado su cuerpo después de dar a luz para visibilizar una realidad tabú. Primero, con fotos de, literalmente, los días inmediatos al postparto. Después, con instantáneas cuando ya habían pasado tres semanas, en las que se apreciaba como ya había recuperado su espectacular figura prácticamente por completo. "Vida saludable, deporte, comida sana y meditación", decía que eran sus claves.

Claro está, sin embargo, que una publicación como esta sería complicado que pasara inadvertida en la marabunta de Internet. Sin embargo, a las críticas de los internautas anónimos se acabarían sumando figuras públicas como Lucía Etxebarria, que la tildó de privilegiada y destacaba que su caso era un ejemplo aislado y en ningún caso podía extrapolarse a la vida de cualquier madre. Todo provocó que la de Vallecas acabara estallando. Primero, en respuesta a la escritora, a quienle dejó bien claro que "no tengo ningún tipo de ayuda en casa para ella". Después, con un comunicado general a través de sus historias de Instagram, aseverando que, para ella, "es agotador tener que explicar cada cosa que hago".

Sería unos días más tarde que tomaría la decisión de limitar los comentarios en la red con el fin de no tener que lidiar con el odio profundo de los usuarios en una situación personal tan delicada. Desgraciadamente, y como era de esperar, las críticas no cesaron —ni han cesado— en ningún momento. No solo con respecto a la corporalidad, sino también cargando contra la colaboradora de Zapeando en materia de ejercer mejor o peor como madre. En cualquier caso, parece que la Pedroche ha cambiado de determinación y ya no tiene miedo a enfrentarse a unas habladurías de las cuales se desentiende. Madre primeriza y pletórica, tampoco oculta sus miedos. Así lo demuestra uno de los últimos carruseles de fotografías que ha colgado en su perfil. La madrileña, que está pasando unos días de vacaciones en Dubái con la familia, se abría en un tierno texto: "Me daba miedo coger un avión con ella y no pudo portarse mejor. Me daba miedo bañarme con ella en la piscina y le ha encantado. Tengo muchos miedos porque soy novata y me siento perdida muchas veces. Pero la realidad es que no podemos entendernos mejor. Somos una".

La última de sus publicaciones vuelve a ser un recopilatorio de ella posando con un vistoso bikini de color verde flúor delante del espejo, en el que vuelve a hacer gala de su empoderamiento y de cómo ha podido recuperar su tipín ahora que se cumplirán cuatro meses del nacimiento de la pequeña Laia.

En referencia a eso, y demostrando que no tiene nada que esconder ni de qué avergonzarse, escribía también a sus 'stories' un mensaje implacable: "Como haga lo que haga me van a criticar, voy en subir lo que me dé el hambre. Y al que le moleste tanto que cierre en el salir".

El mensaje de Cristina Pedroche a través de 'stories'. / Instagram

Tajante. La Pedroche no está por tonterías.