Cristina Pedroche y Dabiz Muñoz son una de las parejas más mediáticas del panorama de los famosos españoles. La televisiva y el chef, reconocido como el mejor cocinero del mundo, llevan casados desde 2015. Una boda intimísima por motivaciones supersticiosas: ella no quería casarse con 27 años, porque el 26 es su número de la suerte. Por lo tanto pasaron por el altar a toda prisa. Bueno, de hecho el altar era el salón de su casa ante un notario. De invitados, más bien pocos: los padres de testimonios y punto. Y no piensen en grandes vestidos ni diseños chillones como los que luce en las retransmisiones de las Campanadas: tejanos y 'tira millas'. Dice la madrileña que se arrepiente de aquella fórmula, porque ahora montaría un bodorrio de campeonato. Estaría bien saber quién se haría cargo del catering...
Sea como sea, el matrimonio funciona a las mil maravillas. O cuando menos eso es lo que demuestran cada día en redes sociales y apariciones televisivas. Ayer pudimos ver la última muestra, con Dabiz como invitado de 'El Objetivo' de Ana Pastor, justo después del repaso a Juan Carlos I por parte de Pilar Urbano. La conversación con Muñoz giró en torno a su éxito profesional, a la exigencia brutal que se autoimpone y a algunos detalles jugosos de su vida en pareja. Y soltó una confesión de traca.
El chef acaba de abrir otro restaurante, el GoXo, en Barcelona, y prepara la inauguración de RavioXo, especializado en pasta italiana. Son las nuevas incorporaciones a una familia culinaria que nació con el DiverXo, la joya de la corona y que, cómo diría aquel tipo Kevin Roldán, 'contigo empezó todo'. Un local que atrajo la atención de medio mundo por su propuesta rompedora, y que iba acompañada de la particular personalidad del personaje. Por fuera, lleno de piercings y con aquella cresta tan llamativa, y por dentro, obsesivo por naturaleza: "Vivo el éxito como un tormento y sufro de insatisfacción constante". La llegada de Pedroche a su vida hizo que bajara un poco las revoluciones. Sobre todo porque lo tuvo que poner firme, harta de su comportamiento.
Muñoz lo explica sin esconderse. Era un ogro con sus empleados. Y Cristina no lo soportaba: "Al inicio de nuestra relación, ella estaba en la cocina y se fue a casa sin decirme nada. En el salir pregunté dónde se había ido y me dice que a casa, porque le daba vergüenza verme tan enfadado con el equipo. Ese tipo de cosa dan qué pensar". De hecho "fue la primera que empezó a decirme: creo que hay cosas que hay que cambiar, por ti, por la empresa, por la gente que trabaja contigo". En conclusión, reconoce que más que una esposa y una amiga, es una consejera de primera: "Me hace mejor persona y mejor cocinero".
La siempre risueña Pedroche tiene también un sargento escondido. Pero de los buenos: de los que mandan bien para hacerte crecer. 'A sus órdenes'.