Cristina Pedroche es muchas cosas, presentadora de concursos, colaboradora simpática, líder haciendo las Campanadas, pareja de un chef reconocido, instagramer con más éxito que todas (3 millones de followers, una barbaridad) y madre. Desde hace un mes y medio hace de madre valiente, que toma decisiones a conciencia y las explica. Lo que pasa cuando alguien se expone tanto es que algunos la critican por ser ella. Cuando dice que hacer deporte la ha ayudado a tener un mejor parto y una mejor recuperación le saltaron a la yugular muchas madres que no estaban tan estupendas pocos días después de dar a luz. Pedroche se ha cansado de decir que no es ejemplo de nada, que explica lo que le pasa a ella y a punto. Pero harta de los haters ha dicho basta y ha cortado la opción de hacer comentarios en su Instagram. Una decisión drástica que le sirve también para evitar comentarios catalanófobos que critican que una chica de Vallecas, sin ninguna vinculación íntima con Catalunya, haya escogido para su hija un nombre solo catalán: Laia. Cuelga la primera foto juntas y ni un comentario. Un silencio maravilloso:
Pedroche dando de mamar a Laia en un restaurante a la vista del resto de comensales también sería el típico tema que levantaría las iras de los intolerantes, de los que creen que la lactancia materna se tiene que hacer en secreto, en privado, como si fuera mear. Y es lo contrario, es dar vida, es precioso y Pedroche tapa el pecho y la boca succionadora con una especie de delantal. Pero contra la Pedroche se abriría la veda. Le critican todo. Los más acomplejados también le critican que haya decidido ponerle a la niña de primer apellido el de la madre: Laia Pedroche. Es legal, es bonito, es una decisión de pareja y muestra mucho de lo que son tanto ella como él, Dabiz Muñoz. Pero para la España reaccionaria y ultra, eso es ir contra las tradiciones y es "falso feminismo". La España de Rubiales. Pedroche ha hecho callar a esta España. Con una simple opción en el Instagram. Otro punto para Cris. El año que viene, Creu de Sant Jordi.
El 14 de julio nacía la niña y se revelaba el nombre y el apellido. La muy madrileña presentadora de Vallecas, un barrio humilde de Madrid, daba su mejor campanada y ponía nerviosos a los anticatalanistas de España. Escogía para la niña el nombre más catalán que existe Laia. No existe en ninguna otra lengua porque es un diminutivo de Eulàlia que solo existe en este rincón de mundo. A la Pedroche le gusta cómo suena y escoge un nombre que en Catalunya gusta a miles de madres y padres desde hace tiempo, siempre entre los más puestos con Júlia, Martina, Ona, Maria o Paula. Y un segundo detalle de personalidad fabulosa: todos los futuros hijos de la pareja seguirán el mismo orden en los apellidos para evitar líos. Todos los hijos de Muñoz tendrán de primer apellido Pedroche. Él también es grandioso.