Debe ser cosa del espíritu navideño. Los villancicos, las luces, la decoración y los regalos despiertan la imaginación de más de uno y más de una que quieren ser los más originales a la hora de desear unas buenas fiestas. El problema es que hay gente muy despreciable a la que estos días lo que les agudiza no es la bondad, sino todo lo contrario. Un ejemplo lo tenemos con la indeseable foto de Carlos Herrera, Salvador Sostres, Joan Carles Girauta y Arcadi Espada...
Otro ejemplo nos llega de la mano de una periodista (?) que se ha autoadjudicado el papel de flagelo del proceso vistiéndose el disfraz de Grinch que en vez de odiar la Navidad odia al independentismo. Cristina Seguí es como Cake Minuesa, pero en mujer. Si el segundo siempre está en todos los fregados donde hay polémica entre ultras e independentistas, la primera no se queda corta. Hace un tiempo explicó que la agredieron, insultaron y escupieron en una mani antifascista en Valencia. Colaboradora habitual en Intereconomía, el OKDiario de Eduardo Inda o "Espejo público", su Twitter es un pozo sin fondo de odio y comentarios despreciables sobre cualquier cuestión que haga referencia al procés, a la independencia de Catalunya o a los presos políticos.
Precisamente ha vuelto a dejar constancia de su veneno en uno de los últimos comentarios que ha colgado en las redes. A raíz de la noticia del joven que ha perdido un testículo por el impacto de un proyectil de los Mossos en las protestas del 21D, la periodista ultra lo ha aprovechado para hacer mención del ingreso en la enfermería de Lledoners de Jordi Turull en el 14º día de la huelga de hambre que puso en marcha con el resto de presos políticos.
Finalmente se estabilizó y los presos pusieron fin a la huelga este pasado jueves, pero días después, Cristina Seguí todavía se acuerda y ha escrito este comentario:
Hay ocasiones en que incluso los comentarios más mezquinos quedan retratados ellos solos. Esta es una de estas ocasiones. El nivel de repulsa de la red ha sido proporcional al asco del comentario:
Ella, sin embargo, no sólo está orgullosa de lo que ha escrito, con una legión de palmeros riéndole la gracia, sino que continúa encantada de la vida de seguir en el barro y la basura:
Lo que no tiene fin es la vergüenza que provoca este personaje.