Sábado negrísimo para Telecinco. La cadena se hunde y nadie ve el final del abismo. Su nueva apuesta de contenidos no pasará de este mismo verano, ya han detenido la grabación del culebrot de Lydia Bosch. Ana Rosa Quintana tiene escalofríos en casa, y lo que le espera. En septiembre se encontrará su plató en escombros, y como Pedro Sánchez gire la tortilla y gane las elecciones, que nadie descarte que se vaya. Sería la tormenta perfecta. Una en la que está colaborando una compañera, protegida y colega, la presentadora Cristina Tárrega. La valenciana vuelve a tener programa propio, 'La Vida sin Filtros'. Un intento de renacer, porque desde su éxito en Telemadrid hace décadas con 'Sola en la ciudad' o 'Territorio Comanche', solo acumula fracasos. Se ha quedado en tertuliana del corrillo de AR y mujer-anuncio en Mediaset. Lleva dos programas. Dos fiascos. El de anoche, la segunda entrega, el más escandaloso.
"Un programa sin guion", presume la cadena en las promociones del espacio. Que no hay guion. Qué jeta. Un formato que mezcla el talk show, penurias, denuncia, famosos e incluso discursos de derecha extrema y extrema derecha así, por la cara. Llama la atención porque se suponía que uno de los motivos para cargarse 'Sálvame' era que Telecinco fuera un espacio políticamente neutral, y tal. La neutralidad debe ser desde el punto de vista de la caverna de Ayuso, de Abascal, de Meloni, de Borja Prado y, evidentemente, de Ana Rosa. Por eso invitan a un Alessandro Lequio fuera de sí, haciendo un discurso contra el gobierno y su Ley de Vivienda que podría firmar un líder de Desokupa. A gritos, con la vena inflada. Iba tan pasado que la pobre Cristina no sabía ni dónde meterse. Demasiado carca y descarado, incluso para ellos.
Cristina Tárrega provoca la estampida de los espectadores de Telecinco, números de pena
Al margen de este episodio, no crean que la cosa mejora. Por otros motivos que son muy sencillos de entender: entre la exageradísima Tárrega, su forma de vocalizar casi ofensiva, su ademán y, muy importante, su irrelevancia en cuestiones de interés e impacto, aguantar el tipo es de una proeza excepcional. No todo el mundo está preparado, por eso los datos brutales que demuestran el colapso de Telecinco. Un 7,8% y 610.000 espectadores en España, rivalizando con La Sexta y el hermano pobre de Cuatro. En Catalunya todavía fue peor, o mejor, según lo mires: un 5,6% y 61.000 valientes. Para irse y no volver. El porrazo, sin embargo, tiene más lecturas, y todas ellas funestas para los intereses de Media for Europe.
La nueva apuesta de Mediaset es un fracaso y lo saben
Tárrega acabó doblada por Antena 3 y la final de 'La Voz Kids', un formato desgastado pero que ganaría a Telecinco sin manos, piernas o incluso cerebro. Hicieron un 17,2% muy elocuente para Cristina Tárrega, pero también para los directivos. Resulta que empezaron la noche satisfechos y esperanzados porque habían obtenido una victoria ajustada a la vez que importante: el 'Fiesta' de Emma García ganaba el duelo de la boda de Tamara Falcó al 'Y ahora Sonsoles' especial de la competencia. 1,3 puntos de diferencia que no sirvieron de nada tras los informativos, todos huyeron de la cadena amiga. Estampida. Muchos no volverán.
Si esto es un suicidio corporativo, no lo podrían hacer mejor. Pero se trataba de otra cosa, ¿o no?