Las redes sociales vuelven a enseñarnos su doble cara: la de la bajeza moral de un grupo de descerebrados y la de la solidaridad más contundente. La historia empieza como un episodio de acoso infecto: el actor Dani Rovira, enfermo de cáncer, recibe ataques durísimos de ultras por su ideología, se mofan sobre su estado de salud y algunos, los más odiosos, le desean la muerte. Cuesta encontrar ejemplos porque han borrado su rastro, pero algunos todavía son visibles, así como las rectificaciones.
A Rovira no le perdonan ni ser animalista, ni ser de izquierdas, ni sobre todo, estar en contra de los totalitarismos que destila la extrema derecha. Unos pecados que excitan la mezquindad de algunos individuos, sospechosos habituales. Eso sí, el espectáculo dantesco ha provocado el efecto contrario: miles de mensajes de repulsa por el acoso, y una oleada de apoyo deseándole una recuperación completa. Incluso tuiteros del universo VOX se escandalizan.
Desde aquí también apoyamos a Dani Rovira. Cada día más cerca del fin de la pesadilla. ¡Fuerza!