¿Hay alguna cosa más fantástica que mearse de risa con las personas que más quieres? Probablemente no. Tener un buen sentido del humor es un pilar básico para hacer la vida mucho más amena. La cuestión no es reírse de todo, sino saber de qué reír para que no se haga todo una pelota gigante que parezca insuperable. La definición de risa no es más que un simple movimiento de los músculos de la cara, pero nosotros iríamos más allá, porque nos parece un placer de la vida. Si dibujar una sonrisa es tan fantástico, imaginaos la importancia que tienen todos aquellos que las saben sacar. Los humoristas son unas de las personas más queridas en todo el panorama de celebridades, porque son capaces de sacar tu mejor cara. Eso sí, la capacidad de hacer gracia es una cosa que se tiene o no se tiene y la línea entre la comedia y la vergüenza ajena es muy pequeña. Si tuviéramos que escoger a algún humorista de referencia para alguien que inicie su pasión por los monólogos, lo tendríamos claro: Dani Rovira.
El andaluz debe ser una de las personas que más sonrisas ha sacado a todos los españoles. El artista tiene la capacidad que tienen los humoristas de hacer reír tan solo porque es él quien explica la historia. Aparte de los monólogos, al comediante lo hemos visto en todas partes: triunfando en el cine en películas o series, colaborando en una multitud de programas de televisión, haciendo de presentador... Los últimos días de 2024 dejó huella por Barcelona con su espectáculo 'Vale la pena', que estrenará en los próximos días en Madrid y este 2025 ha hablado sobre todo en pódcasts sobre el veganismo o la depresión. Con el tiempo, parece que la celebridad defina todo aquello que está bien y tiene enamorados a todos sus seguidores. En su última aparición en los medios, el humorista ha salido en la Cadena SER, al programa 'El Faro' con Mara Torres y coged pañuelos porque ha tocado la fibra de los seguidores confesando su público más complicado.
No, no estamos hablando de los espectadores de un espectáculo, sino de su abuelo materno, que nunca reía: "Mi abuelo materno era, de aquella época, pues un tío de mucha disciplina, un tío serio, bueno, de aquella época. Para él, la risa... Mi madre me contaba que no se podían reír en la mesa. Era una cosa, pero de castigo". Conociéndolo quién lo diría. "Y él nunca se reía en público. Hasta que llegamos nosotros, mi hermano pequeño y yo concretamente, que éramos dos imbéciles redomados. Y como siempre estábamos haciendo el imbécil, nos daba igual que estuviera o no estuviera el abuelo. Y un día el abuelo se rio. Pero se rio como el que se está meando y haciéndose caca y sale de la habitación como se me está escapando la risa voy al baño. Y todo el mundo: 'El abuelo, el abuelo, el abuelo'. Yo creo que había un pequeño reto cada vez que íbamos a ver a los abuelos". La escena es fantástica y no se ha olvidado tampoco de su abuela.
"Con mi abuela nos reíamos lo más grande y era como a ver quién hace reír al abuelo. A ver quién se carga ya este rictus del abuelo". La periodista le pregunta: "¿Ese fue tu primer público conquistado?" y él lo tiene claro: "El más complicado". Qué bonito. Fue en los encuentros familiares en que el humorista empezó su pasión por el humor y, sin ni saberlo, fue allí donde se encontró con el público más complicado con quien se enfrentó. Quién lo diría. Dani Rovira, fantástico, como siempre.