"Es cultura". El argumento lo hemos escuchado muchas veces. Demasiadas. Algunos lo han elevado a la categoría de verdad absoluta. Un bulo diseñado para blanquear la tauromaquia, en todas sus formas y "disciplinas". Cultura, fiesta nacional, defensa de los toros como especie... El listado de falacias es extenso, y cumple una máxima: "Una mentira repetida 1000 veces se convierte en una verdad". La cita es de un angelito como Joseph Göbbels, responsable del aparato de propaganda nazi. Bien, pues esta "cultura" es la responsable de los millares de asesinatos y del maltrato de animales inocentes e indefensos por toda España. Animales como los becerros que sirven para entretener a cavernícolas con capote en las fiestas populares de localidades como, por ejemplo, El Espinar (Segovia). O Córdoba. O el "Toro de la Vega". O los "bous a la mar". La barbarie, desgraciadamente, forma parte de un ADN que provoca náuseas, indignación y reacciones contundentes: "Psicopatía", según el actor malagueño Dani Rovira.
"Enfermedad o trastorno mental que se caracteriza especialmente por la alteración de la conducta social y que no supone ninguna anormalidad intelectual". El protagonista de "8 apellidos vascos" y "8 apellidos catalanas" ha encontrado la palabra justa para definir este tipo de comportamiento, considerado como bien cultural por los taurófilos. Su rotundidad nos hace entender aquello que dijo de "me da vergüenza ser español", y ha recibido el apoyo de muchos internautas que piensan como él.
Evidentemente, Rovira (un animalista combativo) ha tocado la fibra sensible (o la única neurona sana) de la tauromaquia, siempre tan ilustrada. "Dúchate" , "los musulmanas matan corderos y no dices nada" o "si no te gusta te jodes" son tres de las reacciones que retratan perfectamente al colectivo de colegas de Fran Rivera. Casi no vale la pena ni reproducirlos. Por respeto a la cultura. A la de verdad, claro.