El coronavirus vuelve a hacer temblar el planeta. Todo a raíz de la aparición y el impacto de una nueva cepa, la Ómicron, localizada principalmente en Sudáfrica y que ya se está diseminando por todo el mundo. En Catalunya se han empezado a detectar casos de esta variante. Parece ser que es más contagiosa y más problemática que las anteriores, y que las vacunas no son tan efectivas contra ella. La psicosis, el miedo y las medidas de protección se imponen a gran velocidad. Entre ellas, la cancelación de vuelos desde el continente hacia Europa, Estados Unidos, etcétera. La decisión ha pillado a muchos extranjeros viajando por la zona, provocando un auténtico calvario para intentar volver en su casa. Una misión que se antoja utópica.
Según los últimos datos al respecto, hay un grupo de 150 ciudadanos del Estado español que esperan una solución para salir de la nueva zona cero de la pandemia. Hay angustia porque encontrar un vuelo de vuelta es prácticamente imposible. Y en el mejor de los casos, puedes comprarlo a precio de oro sin ninguna garantía de que sirva para abandonar los países afectados, o acabar retenido en algún punto del globo pero bien lejos de casa. Es lo que le está pasando a un influencer catalán con más de un millón de seguidores, y que se encontraba en Namibia haciendo un viaje de trabajo. Hablamos de Daniel Illescas, conocido también para ser expareja de Laura Matamoros. Una relación que no acabó bien.
Illescas empieza a desesperarse, ya que no encuentra la manera de salir del país en dirección a la Península. Las autoridades españolas tampoco le ofrecen ninguna alternativa, y no hay vuelos de repatriación organizados para la colonia que ha quedado atrapada. Daniel, nacido en Santa Perpètua de Mogoda, conectó con el programa de Miquel Serra en 8tv, el 'Directe! Catalunya'. Lo escuchamos hablar en catalán (una novedad, todo sea dicho) narrando la odisea que está suponiendo este giro en los acontecimientos. "Está siendo complicado. Hemos estado mucho tiempo sin línea ni Internet. Esta situación nos ha venido en dos días y está cambiando continuamente", explicaba. Tenía un billete para volver el 3 de diciembre, pero se lo han cancelado y le han dicho que se busque la vida. "Nadie nos ha ayudado".
A pesar de su desazón, reconoce que su situación no es preocupante. "Estamos bien, hemos estado en lugares muy poco accesibles, sin contacto con personas. Pero es difícil para las familias y por el tema económico". La única opción pasa para volver a Sudáfrica, de donde salen todos los vuelos hacia Europa, pero Ómicron ha parado el tráfico aéreo de un día para el otro. Un laberinto: "No sabemos nada". Inquietante.
Paciencia, ánimo y sobre todo, mucha precaución. Un viaje inolvidable como el de Namibia se ha convertido en una pesadilla que nadie sabe cuándo ni cómo acabará. Mucha suerte.