El futuro de Daniel Sancho, hijo del actor Rodolfo Sancho y presunto asesino y descuartizador del cirujano plástico colombiano Edwin Arrieta, todavía no se ha acabado de decidir. Mientras el joven continúa en la cárcel tailandesa de Koi Samui, a la espera del juicio definitivo a partir del mes de abril, los movimientos de la defensa tratan de desmontar el relato que, desde el primer minuto del estallido del macabro crimen, se había ido ofreciendo a la opinión pública. El abogado televisivo Marcos García Montes, y la criminóloga mediática Carmen Balfagón, han comparecido hace unas horas en el despacho de la exmilitante de VOX y PP. Una rueda de prensa extravagante.
No se trata del aspecto de Montes, ni su bigote; tampoco de la extraña sensación que produce Carmen, que te transporta al plató de Iker Jiménez constantemente. Es un compendio de todo: el mensaje, las formas, el escenario y el atrezo. El salto a los años 90 más friquis, al estilo Ruiz Mateos, Jesús Gil o Carlos Jesús, es brutal. ¿Qué ha dicho la pareja legal de Sancho, quien se ha declarado no culpable del crimen? Carmen: Es un escándalo y una vergüenza. Dijeron que Daniel era un asesino confeso. La policía confeccionó el testimonio, fue ilegalmente arrestado, sin abogado y sin leerle sus derechos. Explicó que había comprado los cuchillos para grabar vídeos de cocina en el hotel. Se le prometió que se le iba a deportar en 48 horas y le ponen unos documentos para que firmara. Declara que había habido una pelea, un intento de agresión sexual y que, fruto de esa pelea, muere Arrieta. Hay grabaciones que así lo aseveran". García Montes: "Si se trata de un homicidio imprudente la horquilla del código penal tailandés establece entre 3 y 20 años de prisión. En cuanto a desmembramiento del cadáver sería un delito de profanación, que tiene penas de un año, olvidémonos de eso. Daniel podría estar en España en 3 o 4 años". Y per redondearlo, Balfagón remata: "Él nunca confesó que había matado al señor Arrieta. Él confesó que hubo una pelea y que había procedido a desmembrarlo. Nada más" Ah, de acuerdo. Caso cerrado.
Olviden ahora el mensaje de esta dupla y miren con detenimiento lo que hay detrás de Carmen, que por lo visto ha ofrecido la rueda de prensa en su oficina... o ha entrado en la morgue o el museo de Ciencias Naturales. Lo decimos por las dos calaveras colocadas sobre las mesas. Da miedo, pero vaya, que es criminóloga, como decíamos. Ahora bien, ¿por qué las tiene colocadas estratégicamente sobre las imágenes de tres figuras relevantes de la monarquía española? ¿Qué mal rollo, no? No hará mucha gracia a Juan Carlos, tampoco a Sofía. Ellos protagonizan una imagen de cuándo eran jóvenes y supuestamente felices en la mesa de Balfagó. Un homenaje raro, raro, raro. ¿Y la tercera persona? Ay, esta es de traca, y ha pasado ciertamente desapercibida.
La abogada de Daniel Sancho comparece ante los medios con dos calaveras al fondo.
— Martxelo Díaz (@MartxeloDiaz) January 12, 2024
¿Era necesario? pic.twitter.com/37LX3SOrq3
El tercer Borbón es el tío bastardo y traidor del emérito: Leandro de Borbón. Hijo de Alfonso XIII y Carmen Moragas, nunca fue reconocido oficialmente hasta los últimos años de su vida. Aseguraba que lo invitaban a palacio, que las infantas le llamaban "tío Leandro" y que fue a las bodas de oro de Juan de Borbón, pero tuvo que tensar la cuerda a través de unas memorias y de la amenaza de exhumar los restos del abuelo y el padre de Juan Carlos para comprobar su ADN. Juancar tuvo que ceder, pero rompiendo con él para siempre. Sus últimos años de vida (murió con 87 años en 2016) fueron de enorme revuelo mediático: paseaba su barba blanca de otra época por todo Telecinco soltando recuerdos, ataques o miserias con sus hijas con aquella voz de narrador profunda y extraña. Pues bien, Leandro tiene un lugar en el despacho de los abogados de Daniel Sancho. La conexión estremece. No acabará bien. Pero show must go on, claro que sí.