Tercera sesión del juicio de Daniel Sancho en Tailandia, y una nueva bofetada de realidad para los intereses del acusado de asesinar, descuartizar y hacer desaparecer el cadáver del cirujano colombiano Edwin Arrieta. La cosa no mejora. Cuando menos desde el punto de vista de opinión pública, con el clan Sancho descontrolado. Daniel, en el banquillo de los acusados, pero también su padre actor, Rodolfo. Hace 24 horas protagonizaba un numerito chuleta y amenazador contra la prensa a las puertas del juzgado. Curiosamente, poco después de haber estrenado una docuserie exclusiva y muy bien pagada en una plataforma audiovisual. Su declaración ante las cámaras, un disparate. Exigir intimidad a la prensa después de exponerte así y cobrar por ello, también.
Este jueves 11 de abril no hemos tenido show del intérprete. Solo que ha llegado tarde a la corte, y muy callado. Quizás por voluntad propia, quizás porque los informadores no se han acercado tanto a él, o quizás por una tercera posibilidad: que el desarrollo de la vista tampoco sea demasiado estimulante. Aunque la defensa española de Daniel, los mediáticos Carmen Balfagón y Marcos García Montes, planteen un escenario que cambia por completo la historia conocida sobre el crimen, hay detalles que se están escapando a su control. Lo que no tiene Daniel, a quien ya han llamado al orden por dedicarse a acoquinar a testigos. Su papel en el juzgado no es exactamente el de un acusado normal: se pasa el día charlando, intentando dirigir el juicio y adoptando actitudes poco adecuadas para su delicada situación procesal. En una de estas, de hecho, se ha ido de la lengua.
Uno de los caballos de batalla de los abogados del chef es la traducción del tailandés al español. La consideran deficitaria y que ha provocado malentendidos y daños irreparables. Este jueves se ha reproducido la polémica, con el acusado quejándose de manera vehemente, según Europa Press, por la falta de calidad de la persona designada por los magistrados locales. Ha pedido permiso para que el trabajo lo hiciera alguien de su confianza: la traductora del padre Rodolfo. ¿La paradoja? Que esta buena señora no habla castellano, solo inglés. Un detalle que desmonta la línea de defensa: siempre ha dicho que su inglés es "de andar por casa", según recogía '20 minutos'. El idioma en el que hizo aquella primera declaración escalofriante, explicando punto por punto la muerte violenta de Arrieta y su minucioso proceso de descuartizamiento y desaparición.
Además de este gol en propia puerta, Sancho ha recibido peores noticias: más pruebas que demostrarían que mató a su amigo especial de manera premeditada, y el testimonio de los dos policías que empezaron la investigación, ratificando todo lo que dijeron en sus informes. Un hecho que tampoco es menor: la sospecha de fraude ha sido otra de las armas de la defensa española, especialmente por la extraña, enrevesada y a menudo sospechosa figura de Big Joke, Surachate Hakparn, subdirector de la policía de Tailandia. La cara más reconocible del caso, y un hombre que ha sido detenido hace pocos días por corrupción. Los agentes se desmarcan de la polémica y no dan ningún paso atrás. Daniel tiene un futuro cada vez más oscuro.