Hillary Clinton acaba de pasar unos cuantos días en España. La exsecretaria de estado de los EE.UU., mujer del polémico expresidente Bill y candidata derrotada por Donald Trump, se deja caer a menudo por la Península. Es un destino predilecto, y se lo pasa pipa con el costumbrismo local. Guiri cinco estrellas, vaya. La nueva visita de la norteamericana tenía un pretexto laboral, el de ofrecer una conferencia en Madrid, pero lo que realmente justificó el viaje fue la juerga flamenca i esnob que le había organizado Eugenia Martínez de Irujo en el Palacio de Dueñas de la capital andaluza. Una de tantas propiedades de la Casa de Alba, a la que la hija de la difunta Cayetana invitó expresamente cuando se conocieron en 2023. Eugenia lo dio todo. Pero todo, todo.
La nómina de celebridades patrias que asistieron a la fiesta incluye a personajes variopintos. Un álbum de cromos con Rosa Tous, Juanma Moreno o Lorenzo Caprile; con toda una infanta Elena conjuntando su indumentaria de manera extraña, o sus inseparables Los del Río, que "animaban" al personal con sus canciones, como hicieron en Abu Dabi. Había mucha música: bailaores y bailaoras, guitarristas flamencos, Pablo López, Vanesa Martín, David Bisbal... Farruquito y José Mercé pusieron el toque kitsch y adulador monárquico, improvisando letras que decían "me gusta el melocotón, me gusta el melocotón, y de los reyes de España me gustan los de Borbón", mientras señorones asentían con mirada de superexpertos y suficiencia gritaban olés, eas, y todo tipo de interjecciones de la piel de toro. Era un cuadro, sabe mal decirlo, pero era así.
Tampoco fueron menos espeluznantes las escenas que tenían a David Bisbal como protagonista. Su llegada al palacio es digna de análisis. Una reportera, entregadísima para intentar caer bien a todos los invitados, patinó: "David, ¿con ganas de fiesta y de conocer a Hillary?" El triunfito, a la defensiva: "Bueno, fiesta. Estoes una reunión entre amigos". Cualquiera habría detectado que este no sería el camino para hacerse amiga del almeriense. Todos menos ella. Dobla la apuesta: "¡No te pierdes una!" Pifia. Frunce el ceño y replica: "¿Que no me pierdo una? Hombre..." La cara de mosqueo es indisimulable, como se ve en la revista '¡Hola!'. Le acaban de llamar fiestero y no le ha gustado. Pero no es el lugar ni el momento para armar un escándalo. Intenta reconducir la situación, pero el remedio es todavía más surrealista: "Es que estamos aquí para representar nuestra bandera, ¿vale?" Claro que sí, máquina.
La cosa no mejoró después. Bisbal tenía un encargo, cantar con Vanesa Martín y Pablo López al piano. ¿'Ave María'? ¿'Bulería'? No. Una de Rocío Jurado. Vaaaya. Bisbal, antiguo miembro de la orquesta Maravilla antes de estallar en la Academia de OT, se ve que ya no recuerda los clásicos de toda la vida. Como 'Se nos rompió el amor' de 'la más Grande'. Se puso la letra en el móvil, la imagen era penosa. E incluso así se perdía. Parecía una función de final de curso para la tía Hillary o un remake de 'Bienvenido Mr. Marshall'. 'Spain is different'. O no tanto.