Convertir un debate electoral en un producto televisivo entretenido es casi como encontrar la fórmula de la Coca Cola: todo el mundo la busca pero sólo unos pocos la han encontrado. Y mira que los 4 líderes españoles (sobre todo, algunos de ellos) se esforzaron de lo lindo en convertir sus apariciones en el minuto de oro de la noche, sacando fotografías, gráficos y cartulinas, escuchando el "silencio" y sobre todo, insultando al adversario político, incluso a aquellos que no estaban invitados a la fiesta. Unas estrategias que han quedado en nada después de la revelación de un tuitero con un televisor muy cachondo: su aparato reinterpretaba los discursos de los candidatos a través de los subtítulos de una famosa serie. ¿House of Cards? ¿Borgen? ¿El ala oeste de la Casa Blanca? No, amigos, no. La escogida es... Friends.
Sí, Ross, Phoebe, Rachel y el resto de personajes de la mítica serie, en plan estadistas. "Es lo mejor que me ha pasado en la vida", tuiteaba el incrédulo usuario de Twitter, creando un hilo que se ha acercado a la cifra de 20000 retuits y 36000 "me gustan". El cruce de cables de su televisor, que incorporaba por error los subtítulos de la serie de Netflix al debate de la cadena pública, nos ha ofrecido un resultado digno de los mejor guionistas ever. Y en este particular duelo, el ganador ha sido indiscutible: Pablo Casado. "Entra ahí y afèitale la cabeza", "puedes usar mi agujero" o "buenos días, por cierto, bonitos pechos" han entrado ya en el hall of fame de los memes de la campaña electoral. Estas son algunas de las maravillas que nos ha regalado este experimento catódico.
La red ha reventado, literalmente, con el crossover electoral. Algunos, incluso, han hecho sus aportaciones.
Desde aquí nuestro agradecimiento al usuario Fran Granada por habernos descubierto una nueva forma de mirar e interpretar los pesados debates electorales. Todo el mundo esperamos ya su versión de la nueva cita en Atresmedia. ¿Adaptarán Los Soprano? ¿Benny Hill? ¿Los Simpsons? Se admiten apuestas. El problema será cuando los subtítulos sean más creíbles que los políticos. Y no estamos muy lejos de alcanzar esta meta.