Lo ha vuelto a hacer. GENIO ABSOLUTO. MAESTRO. El mejor entrenador de la historia se ha vuelto a comer con patatas al Real Madrid y ha ofrecido una lección de fútbol descomunal en la vuelta de las semifinales de la Champions. A cualquiera con dos dedos de frente que le guste este deporte se le caía la baba. Y a los culés, imaginen. Ver la maravilla que perpetró el Manchester City encima del césped del Etihad Stadium nos recordó por qué nos emocionó Pep Guardiola durante cuatro años cuando era el entrenador del mejor Barça de la historia. Asistir al repaso descomunal, a la humillación de sus jugadores al Madrid de Ancelotti fue un sueño húmedo que se hizo realidad. Durante dos horas los culés fuimos inmensamente felices viendo el tiki taka brutal de los De Bruyne, Bernardo Silva, Rodri y compañía a los Vinicus, Modric y Benzema, que perseguían sombras con la lengua fuera sin ser capaces de parar la sangría.
El Manchester City jugará su segunda final de Champions de la historia después de eliminar al conjunto blanco en una noche memorable donde el técnico de Santpedor demostró cómo se puede ganar con un juego que emocione. Cómo se puede aniquilar al rival con una posesión de balón histórica. Cómo se puede pasar por encima del Madrid removiendo la pelota, ocupando espacios y regalando una sinfonía perfecta a los espectadores. El 4 a 0 de este miércoles ya ha pasado a la historia como uno de los meneos más grandes que se recuerdan. Y después, en el post partido, el éxtasis llegó en forma de reacciones hundidas del madridismo más recalcitrante. La cara de la derrota se puede resumir en Tomás Roncero cuando iba viendo cómo le caían goles en contra. Cuatro bofetadas. Un pim, pam, pum y repum con la mano abierta:
Y la cara de la victoria se puede resumir en esta:
Un Pep Guardiola exultante. Cada vez que su equipo marcaba o hacía una buena jugada, se giraba hacia la grada donde su afición lo idolatra, y los espoleaba a seguir animando. Un Pep Guardiola satisfecho, orgulloso y feliz que siguió ofreciendo una lección, no solo en el terreno de juego, sino también en la sala de prensa. Palomitas:
Faltaba, sin embargo, la guinda del pastel. Después de emocionar a los culés con este "Yo soy culé, soy del Barça", faltaba una despedida a la altura de un genio como él. Justo cuando acabó la rueda de prensa y respondía a la última pregunta, se levanta de su silla y se empieza a marchar... Pero vuelve. Le quedaba por decir un mensaje a los periodistas españoles, muchos de ellos, miembros de la caverna madridista. Un "dicho esto... buen viaje de vuelta a España" que ha generado ovaciones entre la culerada y echar bilis por la boca por parte del madridismo:
Qué día tan feliz. Gracias, Pep, por hacerlo posible.