La progenie de Kiko Matamoros ha sido durante muchos años una mina de oro para los programas de televisión y las revistas. La relación del exrepresentante y tertuliano de Telecinco con sus 5 hijos, 4 con Marián Flores (hermana de la famoso Mar) y 1 con Makoke, no es precisamente una balsa de aceite. Con la más joven, Anita, de 22 años e hija de la exazafata del Telecupón el conflicto es total, no hablan desde hace mucho tiempo. Con el resto hay más cordialidad pero han pasado etapas muy duras. Los mayores y mediáticos, Diego y Laura, le declararon la guerra en el pasado por la relación horrible que mantenían con Makoke. Ahora las aguas se han calmado, hacen planes familiares con los nietos, todo funciona. Pero tampoco ganarían nunca un premio a la familia del año, seguro que no.
Siempre hay tiranteces entre Kiko y Diego. Los separan 3 décadas de diferencia y dos maneras de ver y enfrentarse a la vida, aunque el polemista vaya de moderno y tenga planes de boda e hijos con Marta López, una influencer de 26 años. Lo que los une es la sangre, que no es poca cosa. Sangre y ADN. Se parecen bastante: el físico es calcado, forzudos, trabajados en el gym, retocados cuando conviene o les apetece. Hubo una época en la que los ambos compartían clínica estética, la de Carla Barber, hasta que aquel idilio saltó por los aires. Pero hay una diferencia imposible de pasar por alto, tienes que ser muy ciego para no verlo. Sí, el pelo. La de Kiko es la calva más famosa de la tele, mientras que Diego ha presumido siempre de pelazo. Una melena que incluso Kiko, en sus años mozos, también tenía. Y la perdió. Bye-bye.
El hijo de Kiko Matamoros ya no es así, pierde el pelazo
Pues bien, Diego, que ha vuelto a encontrar estabilidad sentimental con la influencer Marta Riumbau, tiene la mosca detrás de la oreja. No quiere que le tomen el pelo, ni siquiera la más insignificante pelusa surgida en su dermis. Es 'mi tesoro' y está dispuesto a todo para protegerlo. El tiempo y la genética, sin embargo, no perdonan, y la alopecia paterna parece haber empezado a causar estragos. Ya no es el señor pantene, empieza a clarear, el cartón se vislumbra. Y como diría Esperanza Gracia, eso le inquieta, le atormenta, le perturba. Y ha decidido actuar. No se ha largado a Turquía, se ha quedado en Madrid en manos de unos profesionales con los que ha hecho un intercambio: tú me tapas la mollera y yo te hago un reportaje en redes. Lo que haga falta para no tener que reconocer que "Diego Matamoros ya no es aquel". De hecho, a estas alturas es así.
Diego Matamoros repuebla su cabeza sufriendo pero contento
Ya se pueden imaginar que, según Diego, repoblarse la cabeza fue como ir a Disneyland. "Me han quitado pelo de atrás y me lo he puesto delante. Fueron siete horas de operación y la verdad es que no he tenido ningún problema. No tuve dolores. Aunque veáis que hay sangre, en ese momento yo no noté nada. Estoy muy contento. He de deciros que metieron 1.100 folículos y viendo la herencia genética que tengo, me he adelantado a este proceso". Las imágenes nos envían otro mensaje, pero vaya. Él sabrá. Está lleno de heridas, con la cabeza inflada, ensangrentada. Si tienen bastante estómago, miren el vídeo de la intervención, pero avisamos de que es hardcore. Ahora a esperar que todo pase y a presumir de mata. Dónde hay pelo hay alegría.
Diego ha evitado convertirse en Kiko 2, de acuerdo. Pero a qué precio, tú.