La destitución del coronel de la Guardia Civil Diego Pérez de los Cobos ha animado la jornada. Aprovechando que ya todos disfrutamos de la fase 1 (como mínimo), quizás alguien brinde en la terraza de un bar por el castigo al responsable de la violencia policial durante el referéndum del 1 de octubre de 2017. Motivos hay. Lástima, eso só, que su caída no haya sido por la brutalidad contra el independentismo. Le han sacado de circulación por actuar en espaldas de Marlaska haciendo informes sobre el 8-M y el coronavirus, y que una jueza utilizará para imputar un delito penal al delegado del gobierno en Madrid.
La retahíla de reacciones que ha provocado la noticia subrayan precisamente que fue un represor contra Catalunya. Un personaje repulsivo para muchos ciudadanos que confiaban (en pasado, sí) en la democracia, el diálogo, en la libertad. También en la justicia, donde el coronel también dejó su sello personal en el juicio al Procés o el del major Trapero. Un ámbito en el que ha trabajado el político vasco, exconsejero de Justicia, familiar de víctima de ETA y activista por los derechos de los presos vascos (SARE), Joseba Azkarraga. Un luchador incansable que las ha visto de todos los colores, y que no pierde nunca de vista Catalunya. Su reflexión, demoledora: "Fijaros que fascista tiene que ser... para que Marlaska le haya cesado".
Lo que queda claro es que la traición sale más cara que apalear a ciudadanos que quieren votar.