La vida privada de los famosos interesa por muchas razones, pero una de las más poderosas es para comprobar que la fama, el dinero o el reconocimiento social son compatibles con tener problemas personales graves, como cualquier persona anónima. En Catalunya eso es todavía más poderoso porque nuestras celebrities son como de casa, son jugadores de nuestro club de fútbol, son presentadores de nuestra cadena de TV, son siempre famosos más próximos. Y cualquier desgracia sabe peor. Este es el drama de una actriz y tertuliana de TV3 que ha conseguido traspasar la pantalla haciendo más que papeles de ficción: Estel Solé. Es actriz, es escritora, es poetisa, es tertuliana a programas como Tot es mou o con Xavier Sardà en TVE. Alcanzó la fama haciendo de una de las protagonistas del anterior culebrón La Riera. El creador de la serie, David Plana, con 20 años más que ella la enamoró, fue su marido y el padre de sus dos hijos menores. Han sufrido un divorcio muy traumático.
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Estel Solé ahora con 38 años vive sola con dos criaturas pequeñas y esta sensación de no llegar a todo, de no poder levantarlas, de no poder más, la hizo pensar en el suicidio hasta el punto que llamó al teléfono del suicidio que tiene la Generalitat para atender a personas con conductas de quererse matar: el 061 que deriva a los especialistas. Estel Solé lo explica en una entrevista en el Ara donde habla de su último libro Este trozo de vida: "Vengo de un divorcio que durante un año me ha tenido en la sombra, en la oscuridad. Ha sido una guerra, ahora siento que estoy un poco en la posguerra. He sufrido mucho para encontrar casa para mí y para mis hijos. He tenido que asumir que ahora empieza un nuevo trozo de vida en el cual estoy sola con mis criaturas y me tengo que hacer cargo yo de todo. Todo me ha traído mucha angustia, tristeza y culpa. El julio pasado estaba tan mal que acabé llamando al teléfono del suicidio, por suerte respondió un hombre que me convenció de que vivir valía la pena". Valiente Estel Solé. No es habitual que un famoso catalán reconozca que ha pensado en matarse y dejar huérfanas a dos criaturas pequeñas por la incapacidad de poder seguir adelante. Y alaba el servicio público que la ayudó a superarlo.
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Estel Solé no explica qué pasó antes y después de su divorcio que define como "guerra" y por qué ahora "me tengo que hacer cargo yo de todo" si tienen un padre. Uno de los personajes de su novela podría explicarlo, Dan que tiene hijos pero se despreocupa cediendo todo el trabajo a la mujer. La actriz y escritora no pasa facturas y habla solo de cómo se siente ella: "Ahora soy una madre divorciada y mi familia ha mudado de piel, se ha reinventado. Nadie te prepara para un divorcio. Cuando te divorcias, lo primero que piensas es: ¿qué pasará con nuestras criaturas? ¿Cómo se lo diremos? ¿Cómo se lo tomarán? La tristeza es un pantano enlodado que se te traga (...) alargar un matrimonio solo para no desdibujar la familia y para hacer felices a los hijos es un error. Todo vuela por los aires: el amor, la seguridad, la logística familiar, la fortaleza, la ilusión, el hogar... Estás devastada, pero no puedes ser madre, porque no te sientes ni persona. La culpa que te acompaña desde el día que pariste al primer hijo se hace grande como el monstruo de la peor pesadilla de tus criaturas. Hay días que les das permiso para mirar la tele, saltándote todos tus preceptos educativos, solo para tener cinco minutos para encerrarte a llorar a escondidas en la habitación. Aprendes a combatir el dolor de no verlos durante demasiados días, aprendes a hacer torniquetes emocionales para no desmontarte delante de ellos, pero al mismo tiempo te permites ser vulnerable y les dices "Hoy mamá está triste". Suerte de la voz que la escuchó en el teléfono del suicidio. En el 061.