El Gobierno de Salvador Illa es el primero exclusivamente del PSC que concede su máxima distinción, la Cruz de Sant Jordi. Los anteriores presidentes socialistas, Maragall y Montilla, tenían a ERC en el Gobierno para matizar algunas decisiones. Ahora ya no. Y este año se han premiado personalidades que no ocupan una ideología transversal del país, como Àngels Barceló, que se ha mostrado siempre desde que vive en Madrid como una anti-independentista furibunda, llegando a calificar a los políticos indepes encarcelados por el 1-O de "ridículos y cobardes". Las Cruces de Sant Jordi honran a los premiados como catalanes ejemplares y les concede un regalo extra: les paga la esquela en los diarios el día que se mueran. La Barceló ya tiene el pleno este año: el Premio Ondas y la Cruz de Sant Jordi. Los dos galardones concedidos por los suyos.
La trayectoria de la periodista catalana empezó en TV3, pero después la sedujeron en Madrid y fue la estrella de Telecinco y después de la Cadena SER. Ha triunfado siempre en todas partes, pero ahora lo hace solo en España, no en Catalunya donde su matinal Hoy por hoy en lugar de ser líder como en el Estado se resigna a ser la tercera a una distancia sideral de Jordi Basté y también lejos de Ricard Ustrell. A ellos no les han concedido la Cruz en parte porque no tienen 61 años como la periodista de PRISA. El Ondas le llegó por sus 40 años de carrera. Ahora la Generalitat la premia más o menos por lo mismo, independientemente que su ideología sea muy hostil contra media Catalunya. En redes no ha gustado el galardón:
Àngels Barceló no es el micrófono más anticatalán de Madrid. Carlos Herrera, Jiménez Losantos, Ana Rosa Quintana... son mucho peores. El problema de la Barceló es que ella, a diferencia de los otros, es catalana y se le supone un mayor grado de matiz en la crítica, de conocimiento del pueblo catalán. Por eso sus críticas duelen más. Y porque muchos espectadores de TV3 la veían como de casa cuando hacía los TN y ahora parece que abraza la fe del converso. Qué cruz.