Lo han vuelto a hacer. Nuevo capítulo de El Foraster en TV3, nueva noche líder en su franja, y lo más importante, nueva demostración de empatía, de tacto, de descubrirnos historias que se nos meten en el tuétano, de conocer gente con una historia de vida única y emocionante. Y en el caso del programa de esta semana, diferentes historias que van entrelazadas por un objetivo común que, desgraciadamente, se está perdiendo. Porque el bueno de Quim Masferrer ha clavado el dardo no en un pueblo, sino más bien, en un barrio. O como ellos dicen, la "República Independiente de El Serrallo", el mítico barrio pesquero de Tarragona, uno de los barrios marítimos más auténticos del país y todavía hoy, como en sus orígenes, vive marcado por la actividad pesquera... ¿Para cuándo? Los vaticinios no son para lanzar cohetes, por desgracia.
Esperamos que esta no sea la última generación de pescadores de #ElSerralloTV3 ✊�������� pic.twitter.com/hdkLYXizcO
— El Forastero (@elforasterTV3) September 26, 2022
Rosa, secretaria de la Cofradía de Pescadores, que hace de 'madre' de todos los pescadores y controla todo lo que pasa en el puerto, con sus lágrimas y los ojos húmedos, era el ejemplo paradigmático de la pena que sienten generaciones de pescadores que han dedicado toda su vida a este oficio maravilloso y que se está perdiendo a pasos agigantados. Esperemos que los vaticinios no se cumplan y nuevas generaciones tomen el relevo de los actuales, de pescadores que nos emocionaron e hicieron saltar la lagrimita de nostalgia, pero también de risa. Buena gente de cuatro barcas que salen cada noche a la mar con la esperanza de volver a puerto con la red llena. Todos ellos comparten el mismo objetivo, pero son bien diferentes en su carácter y en sus formas. Personas como Fermí, un pescador que pesca con el móvil, y Josep el Hospitalero, que con 89 años es el pescador más anciano y querido del barrio. Una persona entrañable, que te lo hubieras llevado a casa, y que se emocionaba cuando recordaba a su padre, quien le enseñó a pescar cuando él tenía sólo 8 años, y que sólo salir a dar una vuelta con su barquita ya lo hace el hombre más feliz del mundo:
Quim ha conocido a los pescadores de hasta cuatro barcas diferentes que salen cada noche en el mar con la esperanza de volver a puerto con la red llena. Todos ellos comparten el mismo objetivo, pero son bien diferentes en su carácter y en sus formas. #ElSerralloTV3 pic.twitter.com/rkPleXx9tC
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Josep tiene que controlar que la Guardia Civil no le impida salir a pescar. Por eso, todos los espectadores aplaudimos con las orejas cuando Quim les dedicó un mensaje: "El mar es vuestra vida. Deseo que por muchos años pueda seguir pescando, aunque esté dentro del puerto en la barca del padre... ¡Ah! Y una cosa: si nunca os engancha la Guardia Civil y os pone una multa, tranquilo, entre todos la pagaremos... No me puedo estar, perdonadme, pero lo tengo que hacer: 'Señores de la Guardia Civil, si me están viendo por la tele... a ver, con la de cosas que hay para perseguir, ¿¿de verdad que tenéis que ir a buscar las cosquillas al pobre Josep porque pesca cuatro pececillos en el puerto, que no hace ningún daño a nadie??? ¿¿Òstia, me lo decís de verdad esto?? ¡Hombre, hacéoslo mirar!!!'". Brillante. Faltaba la guinda: "Sé la manera que si os enganchan, no os digan nada. Si os dicen: ¡'Eh, tú! ¿Dónde vas con estas tres sardinas'?, les dice: 'Lo siento mucho, me he equivocado, no volverá a ocurrir'".
Un programa, una semana más, necesario. Historias de pescadores. Historias de todos nosotros. Historias de vida... Y de propina, desmontamos un mito... ¿Saben aquello del 'tiki-taka' de los Messi, Xavi, Iniesta, Busquets y compañía?... Pues no lo inventó Pep Guardiola. Es mérito de 'Pablito Pescarranas' de El Serrallo:
Que se sepa la verdad: el Tiki Taka no lo inventó Pep Guardiola (@PepTeam). #ElSerralloTV3 pic.twitter.com/jFa4HWeLxI
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No sabemos si levantándonos muy temprano, muy temprano, muy temprano, como pregonaba Pep Guardiola, los catalanes somos imparables o no. Lo que sí sabemos es que cada martes nos levantamos con una sonrisa de oreja a oreja después de mirar El Foraster la noche antes.