El pasado mes de agosto, el Congreso de los Diputados aprobó la nueva legislación de garantía integral de la libertad sexual con los votos favorables de todas las formaciones en el hemiciclo, con las excepciones del Partido Popular y Vox, que votaron en contra. De esta manera, se daba luz verde a la Ley de Garantías de la Libertad Sexual, más conocida como Ley de 'sólo sí es sí'. La norma nueva establece una nueva definición de consentimiento sexual: "Sólo se entenderá que ha habido consentimiento cuando se haya manifestado libremente mediante actos, en consideración a las circunstancias del caso, expresen de forma clara la voluntad de la persona". Entre los aspectos más destacados de la legislación, figura la eliminación de la distinción entre abuso y agresión sexual y deja bien claro que la clave para juzgar los delitos sexuales será si ha habido consentimiento nítido. La ministra de Igualdad, Irene Montero, manifestó entonces que "la libertad sexual de las mujeres será una realidad a pesar del ruido reaccionario de la extrema derecha, de los agresores y de la justicia patriarcal: les decimos que ellos hacen mucho ruido, pero que demostraremos que las feministas somos más". Montero calificó de "muy importante" este paso porque suponía materializar que "el sólo sí es sí y el 'hermana, yo sí que te creo' por fin se convierten en una ley. Cambiemos la violencia por la libertad y el miedo por el deseo".

La ministra de Igualdad, Irene Montero / Europa Press
La ministra de Igualdad, Irene Montero / Europa Press

Este fin de semana, quién ha hecho su habitual meadita lamentable, cromañona y abyecta ha sido alguien que no por acostumbrados, ha vuelto a sorprender por su grado de indignidad. Hablamos de un opinador del diario El País, que puntualmente, en formato viñeta, analiza la sociedad: el humorista gráfico Andrés Rábago, conocido como El Roto. Un hombre que a menudo ha publicado dibujos equiparando machismo con feminismo de manera grotesca, o haciendo comparaciones viscosas, dibujando el lazo amarillo en defensa de los presos políticos atado a las flechas falangistas, como si fuera una versión sui géneris del yugo facha pasada por el tamiz de la animadversión independentista.

Ahora ha vuelto a alborotar al personal con otra viñeta marca de la casa, donde hace referencia al consentimiento, al 'sólo sí es sí', comparando el sentimiento de las víctimas de violaciones con lo que pueda sentir un hombre después de practicar la masturbación. Por mucho que algunos lo justifican defendiendo que es una crítica, a la gran mayoría les ha parecido sencillamente repugnante: