Los últimos días hemos leído una noticia que nos ha dejado, cuando menos, sorprendidos: un profesor de una autoescuela de Lleida fue interceptado por una patrulla de Tráfico mientras representaba que daba clases de conducción con un alumno mientras iba bebido y se había dormido.

El conductor fue detectado por los Mossos en la A-2, después de acompañar la comida con demasiado alcohol. Cuando la patrulla avanzó el coche de prácticas observó en el interior y detectó que el conductor estaba dormido. Los agentes, aunque en un primer momento no se lo creyeron, esperaron a ser adelantados por el vehículo y confirmaron las sospechas: el copiloto, es decir, el profesor, estaba durmiendo. Los agentes hicieron indicaciones al conductor y realizaron indicaciones para salir de la autovía por la carretera L-800.

Foto: Efe

El conductor aprendiz, suponemos que aliviado por la intervención de los Mossos, siguió a la patrulla y se detuvo... era sólo su segunda clase práctica. Al someterse a la prueba de detección alcohólica, el detenido dio un resultado positivo de 0.29 mg/l, cuando los profesores de autoescuela pueden dar un máximo de 0,25 mg/l según la actual normativa de tráfico.

En La Tarda de Catalunya Ràdio han hablado del tema. Antes de hacerlo, han querido captar las experiencias sobre este tema con sus oyentes vía redes: "Un profesor de autoescuela fue ebrio y se durmió en la segunda clase de un alumno. Qué PEDAL que llevaba. ¿Cuál es vuestra anécdota de autoescuela?".

Situaciones grotescas ha habido para dar y tomar. Algunas, directamente, dignas de ser denunciadas:

De traca. Como se puede comprobar, es todo un mundo el que han abierto Óscar Fernández y Elisenda Carod haciendo esta pregunta a los oyentes. De hecho, ella misma se ha puesto como ejemplo y ha respondido en primer lugar la pregunta lanzada en redes. Y lo que ha explicado también tiene tela.

Elisenda Carod / @elisendacarod

Explica Carod que "mi profe fumaba una ratio de 20 DUCADOS por clase. Hice las prácticas en enero y yo con las dos ventanas bajadas"... Hay que tenerlos bien grandes. Fumando allí dentro (cuándo se podía), pero sin cortarse un pelo sin tener en cuenta de si al conductor novato que estaba aprendiendo, en este caso Elisenda, le podía molestar el humo y el olor. Resultado: conducir helándose y apestando a tabaco.

No cuesta nada imaginar que ahora, si Elisenda se para con el coche al lado de alguien que esté fumando esta marca de cigarrillos, probablemente le cojan todos los males y le entren ganas de meter la quinta.