Esta medianoche, cuando toquen las doce en punto, se acabarán dos pesadillas. Una, el eterno mercado de fichajes de fútbol, donde los culés han tenido que conformarse mirando y salivando por los fichajes desorbitantes de los otros clubs que sí que tienen pasta, mientras aquí nos hemos tenido que desprender de Leo Messi. La otra, una tortura en forma de parada en las autopistas, rascarse el bolsillo y pasar la tarjeta de crédito, o poner las monedas en el cesto, para tener derecho a circular arriba y abajo.
Porque esta medianoche acaba la pesadilla de los peajes en Catalunya. Adiós, ciao, au revoir. La máquina de sacar dinero más odiada por los ciudadanos catalanes echa el cerrojo, ya veremos hasta cuando, esperemos que hasta siempre.
Albert Om lamentaba que los catalanes no lo estamos celebrando lo suficiente, que ahora estamos más preocupados, por hacer honor al talante sufridor catalán, de cómo y quién los pagará. Pero quien seguro seguro seguro que esta noche hace fiesta grande en su casa, que tiemblen los vecinos, es el gran Eloi Vila.
Si hay alguien en este país a quien relacionamos con un coche, este es él. El de Sant Esteve de Palautordera lleva mucho tiempo al volante de su Al cotxe!, regalando a los espectadores de TV3 conversaciones deliciosas con diferentes actores, presentadores, deportistas o gente interesante de todo tipo, que mientras se sienta en el asiento del copiloto, se abre en vena y habla de su vida, de sus sueños, de sus preocupaciones, de sus profesiones y de sus recuerdos de infancia.
Cuando Vila lleva a los famosos a sus destinos, lo hace en horario de trabajo y, evidentemente, trabajando. Por lo tanto, quién le paga la gasolina y los gastos, sólo faltaría, es la televisión para la que trabaja. Pero el periodista y presentador, en su día a día, también ha tenido que rascarse el bolsillo de mala manera a bordo de su coche o de los que haya tenido.
Esta mañana, en el Planta baixa de TV3, han abordado el fin de los peajes con diferentes colaboradores. Uno de ellos, Eloi Vila, que le ha reconocido a Ricard Ustrell que a sus 48 años, lleva 30 conduciendo, desde que fue mayor de edad y se sacó el carné. "Es un día feliz para Eloi porque dejará de pagar peajes", le recuerda Ustrell. Pero habría sido más preciso si le hubiera dicho: "Es un día feliz para Eloi porque dejará de pagar una morterada en peajes".
Porque Vila, efectivamente, debe ser de las personas que más pasta se ha dejado en estos engendros de color naranja con barreras que hay esparcidos por el asfalto catalán. "Yo he pagado muchos peajes en mi vida. Hoy, cuando vuelva a casa, pagaré el último peaje de los últimos treinta años. Alerta".
Primero, yendo de su pueblo hasta la universidad, en época de estudiante. Y después, yendo hacia el trabajo. "Ahora comprobaréis cómo con los años, aparte de ir perdiendo dinero, he ido perdiendo pelo", decía socarrón al ver la imagen que le han puesto los compañeros de grafismo.
Vila ha calculado lo que él ha financiado a los concesionarios en todos estos años de bajar la ventanilla y pagar religiosamente lo que le tocaba. Primer dato aterrador: unos 5 euros diarios, por término medio, "que quiere decir una factura muy real que me llega cada mes de 96 euros... Es decir, cada año, he acabado pagando 1.056 euros...".
Si cogemos la calculadora y hacemos números, las cifras que da Vila se transforman en una aberración, una barbaridad, una verdadera "burrada", como lo define el propio contribuyente de la manera más concreta posible... "31.680 euros... es como si me hubiera podido comprar un coche de gamma media-alta".
Vila quiere dejar clara una cosa: "Cuando explico eso, tened en cuenta que no son desplazamientos por comodidad. Aquí he calculado los desplazamientos de cada día". Ir de Sant Esteve de Palautordera a TV3 le supone dos horas y media en transporte público, por lo tanto, como él mismo dice, si quiere conciliar "mi vida laboral con mi vida familiar no tengo otro remedio que ir en coche, que estoy una hora por término medio".
Así que hagan números. Ya ni le añadan la gasolina. Pero tengan en cuenta que a la animalada en forma de euros que se ha gastado Vila en los peajes, hay que añadir los que ha pagado en su vida privada, en su tiempo libre, recorriendo el país con la familia o los amigos para ir a diferentes lugares de la geografía catalana, por ejemplo, de vacaciones o durante el fin de semana.
Le entendemos perfectamente... de hecho, no nos extrañaría nada que esta noche, cuando pasen de las doce, se la pase atravesando los peajes, poniendo luego marcha atrás y volviendo a atravesarlos una y otra vez hasta que salga el sol, solo por la emoción de no pagarlos, finalmente, después de 30 años.