De un tiempo a esta parte, ir por las calles de la ciudad se ha convertido en un deporte de riesgo. Ya puedes mirar a izquierda, a derecha, arriba, abajo, delante o detrás, que probablemente más de uno de los que estáis leyendo estas líneas alguna vez habréis estado a punto de salir por los aires cuando salís del portal de casa, cuando vais a atravesar un semáforo o cuando os paráis en medio de una calle para mirar el móvil. Y no sólo pasa en Barcelona.

Las ciudades se han llenado desde hace un tiempo de bicicletas, patinetes eléctricos y otros aparatos que sí, que están muy bien, que valen mucho la pena, pero que dependiendo de quién los lleve, son potenciales armas de destrucción masiva. Y ahora quien lo ha vivido en sus propias carnes es el periodista, historiador y escritor Enric Calpena.

Enric Calpena / Twitter

El emblemático expresentador de los TN de TV3, cuando se ponía delante de las cámaras para transmitir a los espectadores catalanes qué pasaba allá por los años 80, ni se imaginaba, como nadie, que más de treinta años después ir por según qué calles sería un deporte de riesgo para los ciudadanos.

La comunión entre peatones y ciclistas o gente que va con patinete se hace difícil, pero mira, más o menos vamos conviviendo tratando de respetar las libertades del otro y que no nos pisen las nuestras. Libertades de espacio, se entiende. Pero Calpena denuncia en voz alta un hecho que desgraciadamente pasa más a menudo de lo que querríamos: la velocidad pasada de rosca que llevan algunos usuarios de bicicletas y patinetes, como si estuvieran en el sprint final de una etapa del Tour de Francia.

Calpena ha vivido en primera persona lo que se podría haber convertido en una verdadera desgracia a lamentar. Ha pasado en un cruce del Eixample de Barcelona, cuando siete ciclistas y un patinete se lo han saltado en rojo "a toda velocidad. Debieron ser todos sordos (y sordas) porque no han parecido oir qué les hemos dicho los peatones". Nos imaginamos el contenido de las palabras que les han dedicado... Lo más grave, sin embargo, es que entre este grupo de peatones había una "señora con andador que ha estado a punto de ser aplastada". Lamentable. Lamentable todo. La velocidad a la que iban, el accidente que casi provocan y que hayan tenido las narices de pasar de todo y ni detenerse a pedir disculpas y comprobar que no hubiera pasado nada.

Después dirán que los ciclistas son un colectivo estigmatizado. Pero como bien dice Calpena, hace falta que todo el mundo, también ellos, hagan alguna cosa y pongan el grito en el cielo. No puede ser que sólo se quejen los peatones. Los ciclistas que sí respetan los otros ciudadanos y que tienen cuidado, tendrían que ser los primeros en al dejarle las cosas claras a los cuatro incívicos que van por libre. Ah, y por si hay algún hiperventiladito que empieza a removerse indignado por lo que dice Calpena, él mismo hace una aclaración sarcástica sobre darse por aludidos:

Lamentablemente, todo hace pensar que no sólo es inútil hacer esta aclaración, sino la denuncia en sí misma. Poca fe tenemos en que los ciclistas alocados que hacen como los que casi se llevan por delante a la señora con andador tengan ningún tipo de intención de ir más calmados y vigilando de no sufrir ningún accidente. Esperamos equivocarnos y que le hagan caso a Calpena.