Problemas en el paraíso: el torero Enrique Ponce y su chica, la joven Ana Soria, han pasado del amor, los vídeos azucarados y las caricias a la bronca pública en una playa almeriense. Pocos días después de las asquerosas imágenes de Ponce en una terraza rascándose el paquete, el culo y sacando cerumen de los oídos, una polémica hace tambalearse la carpeta del verano. El mundo idílico y adolescente de la pareja ha estallado en un ramalazo de furia por motivos que se desconocen, pero que giran en torno a Paloma Cuevas, esposa del matador desde hace un cuarto de siglo y de la que se quiere divorciar para vivir la vida loca con la joven estudiante de derecho.
El incidente ha tenido lugar en el Cabo de Gata, Almería. Varios testigos presenciaron la discusión: bañistas, dos agentes de la Policía Local y un socorrista que ha tardado entre poco y nada en ir a los diarios a hacer correr la voz. Lo hace en La Razón: "los gritos se oían a distancia. Al verlos me quedé de piedra. Menudo espectáculo. La discusión fue muy fuerte. Yo les vi a los dos muy nerviosos, no supieron controlarse... y saltaron los insultos y los reproches. Incluso el nombre de Paloma Cuevas sale a la luz". Según el informador, "el rostro de esa chica era todo un poema, parecía haber llorado". No hay testimonio gráfico del episodio y parece que hubo reconciliación, aunque el programa Socialité de Telecinco ha conseguido la grabación furtiva de otro usuario de la playa, registrando el acercamiento posterior de Enrique y Ana. Eso sí, el vídeo molestó nuevamente al torero de 48 años, que hace gestos ostensibles de desaprobación al "paparazzi" improvisado.
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Dicen que se casarán en septiembre, aunque a la velocidad que queman su historia de amor, quizás no llegan. Tiempo al tiempo.