La España que madruga se ha levantado hoy con el pie izquierdo. Lo peor que le puede pasar a un buen patriota, sin duda. Todo porque hay un personaje importantísimo de su nación que se ha pasado al bando enemigo. A los malos. Decimos esto con toda la socarronería del mundo, que siempre hay quien no coge una ironía ni por causalidad, ¿eh? Pues bien, tenemos drama en la España facha. Uno grande y libre, con rabieta pública incluída. VOX y sus congéneres disparan alto, contra la Jefatura del Estado. El rey ya no es uno de los nuestros. Ya no les sirve fielmente, como encargó Paquito. Ahora se ha vendido al enemigo. Y es hora de ajustar cuentas, de la vendetta cañí.
¿De qué hablamos? Pues de la "decisión" de Felipe VI de nombrar a Pedro Sánchez como candidato a la investidura del Gobierno. Días después del intento fallido de Alberto Núñez-Feijóo, el monarca ha tenido que designar al socialista como alternativa. Que Sánchez pueda alcanzar los votos necesarios es, de momento, una incógnita. No está nada claro, y la dependencia de Junts y del presidente Carles Puigdemont complica la jugada. La ensucia, según los postulados españolistas. Amnistía, referéndum... En fin. Sin embargo, resulta que el PSOE tiene una oportunidad si negocia con el independentismo y cumple sus compromisos, claro. En cambio, el PP no puede decir lo mismo. Si Feijóo fue al Congreso fue para hacer un papelón. Uno en el que Felipe fue pieza imprescindible, enviándolo a la investidura por su cara bonita. Aquello estaba condenado al fracaso, pero no era una traición. Lo que ha pasado hoy, sin embargo, sí. Y colosal.
¿Cuál habría sido, según los ultras, la posición más decorosa para el rey? Se explica rápidamente: una especie de golpe de estado. Que Felipe dijera no a Sánchez, pasándose por el arco de triunfo su neutralidad y arrebatándole al PSOE la posibilidad de repetir en La Moncloa. ¿Por qué? Por depender de los votos de los enemigos de españita, aquellos a los herederos de la dictadura quieren ilegalizar. Este es el marco mental ultra y, subsidiariamente, el origen de su mala leche contra la Casa Real. El españolismo rancio vuelve al "republicanismo", y todo por este texto.
Si hubiera una enciclopedia de lágrimas de facha, este 3 de octubre (fecha relevante, recuerden 2017 y el discurso de Felipe contra Catalunya) se escribiría una entrada descomunal, relatando como los "constitucionalistas de toda la vida" empezaron a desmontar un régimen medieval para intentar volver a un país todavía más subdesarrollado, prehistórico y siempre en blanco y negro. Los comentarios al comunicado de la Zarzuela son brutales: "Borbones traidores, no me representáis", "cuando quieran abolir la monarquía no pidas ayuda", "la falten cojones", "has firmado tu pena de exilio, "cavando la tumba de la monarquía y de una España fuerte e indivisible", "mordiendo la mando que le alimenta y alimentado las manos que escupen a la Institución". Festival. Ains.