Los que hemos tenido la suerte de conocer y tratar a Espartac Peran damos fe de que hay pocos como él. Queridísimo por todo el mundo, todo bondad y optimismo, siempre con una sonrisa de oreja a oreja, dispuesto a echar una mano a quien lo necesite, nunca con un 'No' por respuesta, el presentador de TV3 es una de las personas que más unanimidad despierta en todo el mundo, espectadores y compañeros de profesión: es una persona maravillosa. El genial comunicador, a quien nos encanta ver en pantalla, pero que últimamente hace tareas de dirección del Atrapa'm si pots de Llucià Ferrer, tiene un carácter que enamora. Desprende bondad por todas partes, y son impagables sus comentarios socarrones, con aquella cara de travieso que pone, con su media sonrisa.

Espartac, que hace unos meses presentó su primer libro infantil, una delicia, El secret de la calaixera. Un conte sobre les pors, la vida i la mort, ha revelado ahora una historia real de miedo, angustiante, que vivió en primera persona hace un tiempo. De hecho, más que angustiante, un infierno. Seguro que han oído hablar últimamente de una serie que lo está petando, en Netflix: Mi reno de peluche, donde una mujer asedia a un cómico británico y lo sigue a todas partes, no para de enviarle mensajes y no le deja tranquilo.

Pues ahora Espartac ha dejado helados a los oyentes del Versió RAC1 con su testimonio, en una conversación con la periodista Maria Xinxó donde, en resumen, ha venido a decir que él también fue un reno de peluche como el de la serie. Lo ha explicado por primera vez ahora, pero la cosa pasó cuando copresentaba el programa Divendres con su gran amigo Xavi Coral.

Recordarán que en aquel programa, el de Mataró iba por toda Catalunya, arriba y abajo, haciendo conexiones y explicando qué pasaba en los diferentes lugares de país. Y un día se le acercó una chica: "Empezó como una historia de admiración profesional y se convirtió en una obsesión". ¿Por qué? Porque la chica empezó a seguirlo a todas las conexiones que hacía con el programa, fuera donde fuera. Y no solo eso... también lo esperaba cuando terminaba de TV3, pero "la cosa se complicó". Y es que ya no solo lo esperaba en el trabajo...: "El fin de semana me esperaba en el portal de casa, me la encontraba en la Fiesta Mayor de Mataró o cuando salía de noche con mis amigos. Me la encontraba en medio de las miradas de la gente, entre la multitud, estaba allí, y eso provocó lo que se acerca más al pánico". A diferencia de la serie, la chica buscaba una amistad con él y no una relación de amor. Pero sin embargo, no aceptaba a la pareja de Coral: "La despreciaba, la rechazaba e intentaba apartarla para poder hablar conmigo". En este momento, el comunicador decidió tomar medidas.

Miedo máximo de Peran, especialmente por no saber de qué sería capaz la chica. "Mientras está el miedo, la sensación es que tú no sabes los límites de aquella persona, tú no sabes qué puede pasar, no sabes si puede hacer una locura contra tu pareja o conmigo mismo, no sabes si por el solo hecho de no hacerle caso te puede hacer algo. No lo sabes, estás en falso". No se veía capaz de llamar a la policía, pero sí que avisó a los responsables de seguridad de TV3, que hicieron que aparcara cada día dentro del recinto, y averiguaron que la chica no estaba bien, que tenía problemas psicológicos. "Pasé del miedo a la pena. Estaba fastidiada, lo cual me supo peor por ella", relata el periodista.

Afortunadamente, la cosa acabó y Espartac pudo dejar de sufrir. Finalmente, cuando los agentes de seguridad de la cadena hablaron con ella para hacerle entender que tenía que dejar de perseguirlo si no quería tener problemas legales, "no la he vuelto a ver más".