Curioso ejercicio el que están haciendo en Espejo público los dos últimos días. Si el lunes entrevistaron "al camerunés de Vox", el martes tocaba "el chino más franquista". Ya los simples letreros son bastante lamentables tirando a patéticos. Presentar a la audiencia dos entrevistados con esta definición ya es, como mínimo, para hacérselo mirar.
Se ve que al programa de la Griso les ha entrado un irrefrenable afán para hacer un exhaustivo trabajo de campo y ver qué sesgo político tienen las diferentes razas que hay en España. Ayer un negro camerunés afiliado a Vox y hoy un chino amante de todo lo que hizo Franco. Con Bertrand Ndongo ya se las tuvo, convirtiéndose en trending topic su discusión hablando precisamente del dictador. Griso lo acusaba de ser demasiado joven para hablar de alguien que no conoció ("¿Quién te manda a tí hablar sobre Franco? ¡Si ni por experiencia ni por edad le has conocido!") y el invitado le lanzaba que "Y tú tampoco estuviste en la Segunda Guerra Mundial y bien que hablas...".
Tiene narices que ayer Griso se llenara la boca recriminándole eso a Ndongo y 24 horas después entreviste a alguien que debe tener su misma edad y que cuando Franco murió, estaba en China. Hoy lo ha tenido más difícil para discutir, sin embargo, con un hombre que tenía un discurso tan lamentable que más que ira, lo que provocaba era vergüenza ajena. Incluso parecía que Griso se avergonzaba de la conexión que estaba haciendo su propio programa, con las caras que iba haciendo escuchando a Chen Xiangwei, que ha hecho de su bar Oliva un templo en honor del Caudillo y que incluso le ha puesto a su hijo el nombre de Franco Chen.
De lo que ha dicho el camarero, no hay que perder ni un segundo. Barbaridades como "aquí en España nadie hace nada bueno, con 4 hijoputas gobernando", "yo quiero a Franco porque hizo lo que hacen los hombres y actuó", "aquí viene gente de bien, los medios manipulan hablando mal de Franco". Sorprende, sin embargo, que le den minutos y minutos a un personaje como este e incluso se dirijan a él en tono de broma, como cuándo una colaboradora le pregunta, a raíz de un morado que tiene en el ojo, si se lo ha provocado algún puñetazo de alguien a quien no le gustaba la decoración franquista del local. Él se abona, y Griso lamentaba "y condenaba la agresión". La red no da crédito, una vez más, con lo que se ofrece en Espejo público: