Esperanza Aguirre ha debutado en el concurso Pasapalabra de Telecinco. No tiene que ser fácil para un programa que lleva años y años contando con cuatro famosos diferentes cada semana encontrar a VIPS que hagan un buen papel, tanto a nivel de show televisivo, como a nivel de conocimientos y que ayuden al concursante a llevarse el premio final. Pero entre eso y el ridículo papel de la expresidenta de la Comunidad de Madrid, hay un trozo más largo que el que se tarda en resolver el rosco final sin ningún error.
La pepera concursó, curiosamente, con el equipo naranja Cs en lugar de su azul corporativo. Quizás verse con este color le hizo estar despistada. El caso es que Aguirre no daba pie con bola. Y lo que es peor, no tenía ni la más remota idea del funcionamiento del programa. Dubitativa, lenta, errática... vaya, un lastre en toda regla. El concursante que la tuvo que sufrir, Antonio, se acordará de ella toda su vida. Un ejemplo de la exasperante lentitud que demostró en una de las pruebas:
Aquí otro ejemplo del papel que hizo la política en una prueba musical. Se ve que ella, si la sacas del himno de su partido, navega de mala manera:
Por mucho que Christian Gálvez se afanaba por hacerle la vida fácil a la exlíder del PP, Aguirre hacía un fiasco tras otro. Quizás la esperanza es lo último que se pierde, pero en este caso, la Esperanza es lo que hacía perder al concursante al que en teoría ayudaba. Los espectadores no han tenido piedad con ella:
Esperanza Aguirre decía "no lo sé, esta tampoco" con más facilidad que cuándo negaba sistemáticamente su relación con la supuesta financiación irregular en el PP y el espionaje a cargos políticos. En este sentido, quizás sí que la acertaron los productores del concurso al contar con su presencia. Nadie como ella tiene tan interiorizado aquello de "pasapalabra" cuando le preguntan por hechos vergonzosos de su partido. Quién sabe si dentro de poco, Paolo Vasile la invita a otro programa de Telecinco. En Gran Hermano ya se friegan las manos.