Concha Velasco ha sido siempre una chica ye-ye: elegante, alocada, liberada, divertida, profesional, y eternamente joven. Parar de trabajar la ha postrado, en silla de ruedas y en una residencia de ancianos. Ha superado ser una estrella del Franquismo, con decenas de películas frívolas, a estrella de la TV con programas que no estaban previstos para ella y haciéndolos brillar. Cine de barrio, Sorpresa, sorpresa o Lo que necesitas es amor, tres mitos de la TV donde sustituyó respectivamente a Carmen Sevilla, Isabel Gemio y Jesús Puente. Y siempre lo hacía bien. En el teatro la adoran. Pero ha bajado el telón de todo. Su hijo no puede encargarse de ella y la ha hecho ingresar en una residencia. Un triste final para una de las artistas más admiradas. Y como acostumbra a pasar, es una tercera persona quien filtra su verdadero estado de salud. Está fastidiada.
El pasado julio Díaz Ayuso se aprovechó de la imagen de Concha Velasco de manera chapucera pero sirvió para verla muy delicada, empequeñecida, sin ver bien, con gafas de sol y sin poder andar. Ahora vive en silla de ruedas empujada por algún enfermero. De su época en Cine de barrio de TVE conoce al pianista Pablo Sebastian que después de visitarla explica toda la verdad de cómo la encuentra: "Se quedó chiquitita, tiene problemas de movilidad. Yo me acuerdo del día que fui, me dijo 'ayúdame', porque estaba sentada viendo la tele y para recostarla tuve que cogerla con cuidado de que no se cayera y ponerla en la cama, ella solita no podía. No se sostiene bien y va en silla de ruedas". Una imagen de hace un año muestra al hijo empujando la silla en la salida de emergencia del teatro donde actuaba Jorge Javier Vázquez:
Una de las peores cosas de envejecer es que el cuerpo no responde cuando la cabeza está clara. La sensación de impotencia es terrible y es el caso de la Velasco, según su amigo:: "Concha de la cabeza está muy bien. Nos pusimos a cantar eso de 'mamá quiero ser artista', se acuerda de todo y me dice que fue muy feliz trabajando conmigo. Yo le canto, le cuento películas...Tiene muchos amigos que van, muchos actores y a veces el hijo tiene que pararnos porque queremos ir todos. Le encanta que la vayan a visitar". Concha Velasco hacía musicales saltando y bailando y ahora no puede ni levantarse de la silla. Unos 83 años anormales y poco explicados.
Concha Velasco está más peor de lo que le toca. El mismo pianista la compara con otra gran octogenaria: "Trabajé con Sara Montiel cuando tenía 83 años, iba con tacones y pintada como una puerta. No todos los 83 son iguales". 83 que parecen 93, encerrarla en una residencia la ha envejecido diez años. Una gran artista que no puede vivir, ni morir, en su casa. 83 años trabajando para esto.