La televisión pública vasca aprieta la Corona como ningún medio de comunicación del estado. Son especialistas en destapar todas sus vergüenzas, y cuando se ponen, se ponen. La inviolabilidad del Rey Juan Carlos y de la monarquía, además de su protección desde del gobierno son escándalos que no están dispuestos a esconder. Más todavía teniendo en cuenta que el socio del PSOE en La Moncloa, supuestos republicanos y hasta hace poco tiempo militantes antiborbónicos, se ponen de perfil desde que están en el Consejo de Ministros. Incluso aplauden sus discursos y muestran una sintonía que muchos consideran hacer la pelota. Sí, hablamos de Unidas Podemos o Izquierda Unida, nuevas altas en el club monárquico.
Una de las figuras que ha sufrido esta metamorfosis es Irene Montero, ministra de Igualdad y declaradísima republicana. Normalmente, ácida, crítica, desgarradora con Zarzuela. Ahora, sin embargo, todo ha cambiado. La equidistancia asoma la nariz, las orejas y la cabecita de forma impúdica, pero no crean que pasan desapercibidos. Al menos no para Xabier Lapitz, que le preguntaba una cuestión sencilla y de sentido común: ¿Cuándo se investigará seriamente los "negocios sucios" de Zarzuela? Montero activa al piloto automático y trata de zafarse con un discurso sometido a los amos Sánchez y Borbones: "La corrupción es una lacra, en eso hay consenso. Pero me debo a mi gobierno". La contrarréplica del presentador vasco, de libro, con una nueva pregunta que es un torpedo: "¿Cuántos sapos están dispuestos a tragarse por estar en el Consejo de Ministros? Sus votantes seguro que quieren una comisión de investigación". La cara de la ministra era un poema. Baños aplaude.
"Los sapos los decidirán los votantes en las próximas elecciones". Vaya, 'patada a seguir', sacudiéndose las pulgas con alegría. Acaban de llegar al poder y un escándalo real no les hará temblar la silla. 'La casta' es el nuevo Coronavirus.