El Festival de Eurovisión de Tel Aviv ya es historia. Holanda se impuso, tal como preveían las encuestas, en una noche donde lo más destacado fue el crooner tronado de San Marino, una especie de cuñao pasado de gintonics en Ibiza, el descuido de Bar Refaeli, el marido catalán indepe del presentador, los lamentables gallos de Madonna Sparrow, la polémica con el grupo islandés que enseñó unas banderas de Palestina y la baja puntuación que los jurados le dieron a Miki. 7 miserables puntos de Bielorrusia y Rusia que después se maquillaron con el voto popular.

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22ª posición para el cantante de Terrassa en una noche donde incluso los más pesimistas vaticinaban una posición mejor. Después de la gala, ya en frío, el representante español ha lamentado que "sabemos lo que pasa con España". Sea como sea, la vensa ya cayó y le costó levantarse del porrazo. Pero Miki no era el único catalán que ayer estaba de los nervios por saber los resultados finales de Eurovisión. Había otra, y esta sí que puede estar orgullosa porque en cierta manera, parte del micrófono de cristal que se llevó Duncan Laurence, también es suyo.

@carlotalopezvdlogt

Se trata de Carlota López, guitarrista del cantante holandés. De Salou, tiene 24 años y hace unas semanas le explicó a Jordi Basté en El món a RAC1 que a pesar de no subir al escenario, participaría en la promoción de la canción porque hace dos años y medio que es la guitarrista del grupo. López estudió en la Escuela Municipal de Música de Salou, en el Conservatorio de Vila-seca y posteriormente en la Rock Academy, en la localidad neerlandesa de Tilburg, una universidad dedicada a la música pop y urbana.

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López vive en los Países Bajos desde los 18 años, es de ascendencia neerlandesa, y lleva un tatoo que pone "Derecho a soñar", y vaya sí los sueños se cumplen... Así celebraba el buen papel de su compañero de grupo:

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Seguro que hoy, el día después del éxito de Duncan, Carlota López todavía no ha despertado del sueño.