Sandra y Álex. Álex y Sandra. Ella, 27 años, estudiante de administrativo y de Calella de Palafrugell. Él, 31 años, trabaja en un almacén y es de Gavà. Dos catalanes que se conocieron en el último episodio de 'First Dates', el programa de citas de Carlos Sobera en Cuatro. Y cuando pisaron el restaurante / plató, el amor saltó por la ventana a toda pastilla. Imposible hacer match, aunque ella, toda cándida e inocente, se ilusionó con el supuesto pretendiente. Un hombretón enorme con tatuajes, sus favoritos. "Parece muy buena persona", dijo nada más verlo. "Soy un empotrador", dijo él. Con esta dispar presentación las opciones de salir de allí con pareja eran nulas. Pero vaya, que la cita fue memorable. ¿Por buena? ¿Por emotiva? No. Más bien por delirante.
Sandra cumplía un sueño: ir a su show favorito, una idea que le rondaba la cabeza incluso cuando tenía pareja. "Quería venir cuando estaba con mi exnovio, porque veía que la cosa no funcionaba". Una relación de tres años que acabó cuando él se enredó con otra, pobrecita. 6 meses después de la ruptura, la llaman 'First Dates'. Bingo. Lástima, sin embargo, que su potencial Romeo no tuviera ninguna intención de cortejarla. La falta de química era escalofriante: por ejemplo, cuándo se ponen a bailar 'La Bamba' en plena cena. Una situación incómoda, gélida, terrible. No fue la única. También alguna alarmante: "¿Qué opinas de tener un novio que hace fotografías a chicas? Desnudas, semidesnudas". Ella parecía no asimilar lo que le estaba contando el tipo. La respuesta, de traca: "Si son famosas me pondría celosa. Si no, no". Ains.
Hay pasajes del encuentro de que es mejor no reproducir por desagradables, pero sí que destacaremos otra particularidad del tal Álex, una joya: es antiindependentista. "Soy facha", de hecho. Lo decía él mismo. Bueno, ahora es menos facha que antes, por suerte, pero "soy facha a nivel 5 o 6. Sobre 10, claro". Gracias por la aclaración. La cara de Sandra era un poema. Todo surgió, además, a raíz de una conversación que no venía al caso. Él: "¿Te gustan los videjuegos?". Ella: "No. A mí me gustan los juegos de mesa. El parchís, el monopoly". La respuesta de Álex: "Ah, muy bien. Muy español". El típico Monopoly español, claro. Paella, toros, fútbol y monopoly. No contento con este apunte, el chico disparó la pregunta del millón: "Y el independentismo, ¿cómo lo llevas? ¿Eres independentista?". Sandra dijo que no, pero vaya, que su expresión era la misma que si le hubiera preguntado si hablaba finés. "Yo lo respeto, ¿eh? Pero es que antes yo era muy español, muy facha. Ahora no tanto", aclaró él.
No crean que Àlex, que rechazó a Sandra en la decisión final, se marchó sin intentar alguna cosa más con ella. Pero el beso que ella le dio en el cuello lo dejó "frío, no me dice nada". Suerte que tiene la chica, que no tendrá que quedar nunca más con el de Gavà. Eso sólo podía acabar mal. Muy mal.
Los castings de 'First Dates' son una mina. Del despropósito, muy a menudo. Aun así, el dating show tiene algo mágico. Engancha. No puedes apartar la vista de la pantalla. Sandra, huye y no mires atrás.