La situación de los presos políticos, privados de libertad muchos ellos ya desde hace más de un año, ya es de por sí, un absoluto absurdo, por decirlo suavemente. Pero todavía hace hervir más la sangre, y con razón, cuando paralelamente hay personajes como Federico Jiménez Losantos que cada mañana se sientan en su silla de esradio y vomitan barbaridades que quedan impunes una tras otra.

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"La basura de Gobierno no es capaz de demostrar que hay aviones para bombardear Cataluña", uno de sus hits, quedó guardado en un cajón y este señor pudo seguir haciendo radio como si tal cosa. ¿Hasta cuándo? Esta semana, nueva demostración. Nuevo cruce de cables por el que ningún estamento judicial moverá un dedo. El jueves se supo que un hombre fue detenido por los Mossos d'Esquadra por tener un arsenal de armas en casa y tener la intención de atentar contra Pedro Sánchez.

Un militante de Vox próximo al entorno del arrestado fue quien puso la denuncia, al detectar reiteradas manifestaciones ―mensajes y notas de voz― de la voluntad de perpetrar un ataque contra Sánchez en un grupo de Whatsapp de acceso restringido. "Maldita la hora", debería pensar Federico Jiménez Losantos. Bien, pensó eso, pero lo que dijo fue mucho más grave. Y públicamente. ¿Desde el púlpito de su micrófono al periodista(?) le salió toda la bilis que tenía dentro de sí. ¿Contra el hombre que quería perpetrar la muerte del presidente del gobierno? Que va. Contra la mujer que avisó de que lo quería hacer: "Manuel Murillo Sánchez dijo que quería matar a Sánchez y ahí quedó la cosa. Y va una lista de Vox, que imagino que será expulsada del partido pero por lerda, y le denuncia".

Que hable de alguien con estos términos de menosprecio no es nuevo. Lo más grave es que lamente la denuncia. Muchos en la red se han indignado preguntando si alguien no tendría que tomar cartas en el asunto por hacer apología del terrorismo:

La única certeza, sin embargo, es que Losantos este lunes volverá a tener barra libre para decir lo que quiera. Y aquí no ha pasado nada.