El diario El País está cogiendo un sesgo extraño de unos meses acá. Muchos de sus antiguos lectores no lo reconocen. El día de Reyes nos obsequió con una sorpresa que va un paso más allá: Ferdinand, una película de dibujos animados estrenada en cines, comentada por el crítico taurino del diario, Antonio Lorca. El hecho mismo de tener crítico taurino define a un diario, pero si escribe de filmes animalistas para destrozarlos, el diario demuestra una voluntad de adoctrinamiento infantil: niños no vayáis a verla porque es "una mentira". El ridículo del crítico es sideral: una película es por definición mentira, y si los animales hablan no hacen falta demasiadas precisiones más. Pero le clava la estocada sin piedad. El trailer es tan naïf que hace subir el azúcar:
Ferdinand, the bull es originariamente un libro de 1936 que Walt Disney convirtió en cortometraje en 1938 y ganó el Oscar. Su mensaje antitaurino, antibelicista y antiviolencia sirvió para que el franquismo la prohibiera en España y hoy el crítico de El País no se aleja demasiado de aquella prohibición del dictador en un diario llamado de izquierdas. Dice, después de ver el film, que "el paso siguiente sería la total desnaturalización de la sociedad actual". El corto clásico se puede ver entero en este vídeo:
La tesis de El País es la siguiente: "Ferdinand rechaza su destino de toro bravo, como si la gallina pudiera renunciar a poner huevos (...). El mensaje de la película es profundamente antinatural." Y el crítico entra a matar para criticar que los menores puedan tener una sensibilidad animalista como la de la niña de la película: "Lo más grave no es que los niños que abarrotaban el cine sevillano sean los antitaurinos de mañana; lo peor es que la manipulación les lleve a la ignorancia. Si no quieren ser aficionados a los toros, que no lo sean; pero que no los engañen: un toro bravo es un animal y no una persona"
El punto culminante es la corrida en la plaza de toros de Madrid. Allí las banderas españolas dejan claro cuál es el lugar del mundo donde miles de taurinos pagan para ver a Ferdinand muerto. El crítico se indigna que en una película animada "el ganadero tenga mala pinta, el torero sea ególatra, feo, antipático y chabacano y los caballos sean afeminados". Toda la pieza periodística es un absurdo intento de menospreciar una ficción infantil diciendo que engaña. Acaba diciendo "qué triste que, una vez más, se manipulan mensajes tan válidos como el amor y el respeto a los animales para intentar engañarnos a todos". Un torero mata al padre de Ferdinand como un cazador mata a la madre de Bambi. ¿Es Bambi una mentira? Sí, porque los ciervos no hablan.